"Nosotros somos privilegiados porque podemos vestirnos y calzarnos, pero hay mucha gente que no tiene nada". De esta manera tan sencilla describe Eva Rosado la gran función que ella y sus compañeros están haciendo en el taller de habilidades ocupacionales en tareas de manipulado que la fundación Sorapan de Rieros gestiona en un local de la plaza Cecilio Vargas de Badajoz, con financiación de la Fundación ONCE. Se trata de un proyecto que conjuga varios objetivos, todos solidarios. Por un lado está la formación de los participantes en el taller, personas con enfermedad mental a los que se les pretende enseñar un oficio y por otro, el trabajo que realizan tiene un fin social, pues se dedican a seleccionar, limpiar y reciclar ropa de segunda mano que luego es entregada a personas necesitadas de la ciudad.

Con Eva están José Antonio, Andrés Tomás, Paco, Martín, Mari Carmen, Tomás, Rocío, María Teresa, Pedro Julio, José Luis y Antonio. Son doce, con edades entre 23 y 54 años. El curso comenzó hace un mes y su actividad se prolongará hasta final de julio, aunque sus responsables quieren que tenga continuidad.

La Fundación Sorapan de Rieros atiende a niños y adultos con enfermedad mental en Badajoz desde el año 2000. Entre otras actividades, tiene un programa de rehabilitación laboral, en el que se incluye este taller.

La ropa procede de particulares o de Cáritas. En este taller se selecciona la que pueda estar en uso. La regla es que no se elija aquello que uno mismo nunca se pondría. "Tienen muy buenos criterios porque la que está pasada de moda no la cogen", cuenta Eva Vargas, la monitora. Aquí se separa por colores para lavarla, se seca, se repara, se plancha, se clasifica (para mujeres, hombres, niños y según la temporada, verano o invierno) y se entrega empaquetada al final de la semana a las Hermanas Hospitalarias que llevan el ropero y el comedor de la calle Martín Cansado, para que las monjas la repartan entre familias necesitadas. Preparan canastillas para bebés y también recogen zapatos. Todo esto lo hacen con la ropa "que vale". también la inservible se aprovecha: se sacan lienzos y trozos de tela, botones y cremalleras, que luego se emplean en el "taller customatización" para fabricar broches y otras manualidades.

Al mismo tiempo de servir a un fin social con su trabajo, los alumnos del taller adquieren habilidades laborales relativAs a la asistencia, la puntualidad, el aseo, el saber trabajar en equipo, la comunicación y superar las deficiencias para poder incorporarse al mercado laboral. Realmente el taller es una parte de la rehabilitación. Su jornada laboral es de 5 horas, por la mañana. Quien demuestre sus habilidades podrá luego, tras pasar otros niveles, trabajar en el centro especial de empleo de corte y confección de la Fundación Sorapan que funciona al lado.