Hee aquí un enigma desconcertante: ¿qué tiene el carnet por puntos que ha batido cualquier plusmarca anterior de eficacia en la lucha contra los accidentes de tráfico? Hace 15 años llegaron a España las campañas de publicidad duras. Las imprudencias se pagan... cada día más . En 1992, el entonces director general de Tráfico, Miguel María Muñoz, dio luz verde al uso de imágenes muy impactantes para atajar las muertes en la carretera. Era lo nunca visto en los hogares españoles.

Esa y las campañas tanto o más duras que después vendrían dieron, estadísticas en mano, un aceptable resultado, pero ni de lejos obtuvieron el desconcertante éxito que, además sin apenas publicidad, han logrado los puntos del permiso de conducir, una solución durante años menospreciada en los pasillos de las Cortes españolas y que no solo parece evitar accidentes, sino que incluso casi ofrece una interesante lección sobre la mente humana. ¿Los puntos o la vida? Parece que inquieta más perder los puntos.

¿Así somos al volante? Esta es una interesante confrontación de opiniones que cuenta con el análisis de los padres de las dos estrategias (publicidad dura o puntos) y de otros expertos consultados para la ocasión:

"La posibilidad de tener que volver a estudiar, examinarse y aprobar, o quien sabe, suspender, aterroriza a los automovilistas". Lo dice Pere Navarro, director general de Tráfico e impulsor decidido de la fórmula de los puntos. No es el padre. Ese, si acaso, podría ser el exconsejero de Interior de la Generalitat, Xavier Pomés, hoy retirado.

MIEDO ENTRE LOS PADRES Pomés ya estaba entonces convencido de que los conductores imprudentes son simplememte refractarios a las campañas más agresivas. "Los anuncios más dramáticos solo generan angustia en los padres de los conductores jóvenes", sostiene aún hoy. Ni siquiera tiene una fe absoluta en los radares de control de la velocidad. "A muchos les importa poco pagar la multa si pueden seguir corriendo", añade. ¡Ah!, pero si a uno de esos inconscientes se le tocan los puntos... "Privar a los ciudadanos del siglo XXI de la principal herramienta que tienen para desplazarse es como amputarles las piernas".

Secunda esa tesis, aunque con expresiones menos duras, el catedrático de Seguridad Vial Luis Montoro. Tanto el nuevo carnet al estilo tarjeta de crédito como el viejo y feo permiso rosa le dan a muchos sensación de libertad. "Perder la licencia es algo que se ve como posible y real. A todo el mundo le puede pasar. Sin embargo, nadie cree que vaya a morir en su coche", afirma. Esa infundada opinión se acentúa --prosigue el catedrático-- entre los jóvenes. "La gente que tiene entre 14 a 30 años sobrevalora su capacidad de conducción bajo el famoso lema de yo controlo".

Antonio Lucas, de seguridad vial del Real Automóvil Club de España, viene a decir que los puntos solo han sido la gota que ha desbordado el vaso que durante años ha llenado la publicidad de corte duro. "La combinación de ambos aspectos", afirma Lucas, es la clave.

LAS CLAVES En ese frente algo escéptico está también Muñoz, aquel exdirector general de Tráfico que puso en las teles los accidentes tal y como son. La mayoría de los conductores --sostiene-- "no cometen infracciones", así que este debería ser un debate que ajeno a ellos. Cree, como el RACE, que la combinación de estrategias, es decir, los puntos y la vida, es la clave del éxito.

Muñoz reivindica el legado de las campañas duras de los 90. Cuanto más crudas, más eficaces. "Lo importante es acertar con el lenguaje. Hace falta que el mensaje llegue y que la persona que lo está viendo se identifique con la situación de la pantalla", asegura. Es, en el fondo, la tesis que suscriben los publicistas, como Fernando Ocaña, presidente de la agenciaTapsa.