La caminata espacial de la apagada antorcha olímpica de los Juegos de Invierno de Sochi 2014 es el éxito más visible de la industria cósmica rusa en los últimos años, marcada por numerosos accidentes que costaron millones. Esta misión sin precedentes provocó un sinfín de chistes entre los rusos, ya acostumbrados a los reveses en el espacio.

El sector espacial ruso está en obras. El presidente Vladimir Putin anunció este año que gastará 40.000 millones en sus programas espaciales hasta el 2020. Según el Kremlin, el sector volverá a ser una prioridad para el país como en los tiempos soviéticos. Y ha nombrado al director de la agencia espacial Roskosmos, Oleg Ostapenko, que desarrolló su carrera en los sectores espaciales del Ejército. Su designación se produjo en el marco de una amplia reforma para redirigir una industria que logró grandes éxitos durante la etapa soviética, pero se hundió debido a la falta tras caer la URSS.

La idea principal de esa trasformación consiste en dividir los poderes entre Roskosmos, encargada de definir los programas espaciales, y las empresas del sector, que formarán un enorme holding. Igor Komarov, ex director del principal fabricante de coches ruso, Avtovaz, y miembro del círculo de Putin, dirigirá esa futura sociedad pública. La pérdida de control de la producción por parte de Roskosmos podría empeorar la situación, según expertos rusos. DIMITRI POLIKARPOV