Miriam Alonso, la joven extremeña que perdió una pierna en octubre del 2005 al ser arrojada a las vías del Metro de Carabanchel por Jorge Ramos ha manifestado que su deseo es que "lo encierren y no vuelva a salir", porque "me ha jodido la vida". Así lo explicó a los periodistas a la salida de la primera sesión del juicio, que ayer comenzó en la Audiencia Provincial de Madrid y en la que el acusado, para quien la fiscal pide siete años de cárcel o su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario durante 14 años, se negó a declarar. Después, Ramos, que padece esquizofrenia paranoide, se ausentó de la sala al haberlo solicitado su abogado, Fermín López, por si algo de lo que pudiera escuchar durante la vista "pudiera influirle negativamente en la evolución".

A preguntas de la fiscal, Miriam relató que el 4 de octubre del 2005 salió de su trabajo a las ocho de la tarde y entró al metro, "como todos los días", para ir a su casa en Fuenlabrada (Madrid). Recordó que al llegar al andén faltaba un minuto para que el convoy entrara, por lo que decidió no sentarse y esperar de pie, cuando de repente "noté un empujón muy fuerte, no sé de quién, y fui dando traspiés, no podía parar, hasta que caí a la vía", señaló.

La joven, que compareció en la sala ayudada por unas muletas y acompañada en todo momento por su madre, indicó que cuando estaba en la vía vio el tren aproximarse e intentó moverse y que "la pierna viniera conmigo", pero que el pantalón se le había enganchado. "Llegó el tren, empecé a sentir mucho calor, mucho miedo, mucho calor y tenía mucha sed", relató la joven, que añadió que alguien le dijo que se tranquilizara "y ya no recuerdo nada más", agregó.

Miriam, que continúa en tratamiento psiquiátrico, señaló que no puede llevar una vida normal porque necesita ayuda de una persona para "ducharme, cocinar o llevarme a casa".

La madre de Jorge declaró también y explicó que su hijo estuvo en tratamiento psicológico entre el 2001 y el 2004, pero que fue en febrero del 2006, después de los hechos, la primera vez que oyó hablar de que este tenía esquizofrenia. No obstante, destacó que en septiembre del 2003 el médico le quitó la medicación que tomaba a causa de una "depresión" que sufría y aseguró que había preguntado "abiertamente" al psiquiatra si su hijo padecía esquizofrenia, lo que, según ella, éste le negó.