La presencia creciente de inmigrantes subsaharianos que se quedan bloqueados en Marruecos a la espera de dar el salto a territorio europeo ha desbordado a las autoridades marroquís. Ayer, sólo unas horas después de que se produjera otro intento de entrada masiva a Melilla, el embajador de Marruecos en España, Omar Azimán, reconoció que su país no puede afrontar la presencia masiva de subsaharianos.

"En menos de dos años, hemos pasado de ser un país de emigración a un país de inmigración porque los subsaharianos que no pueden pasar a Europa se quedan en Marruecos", explicó Azimán, que insistió en que "la economía marroquí no tiene capacidad ninguna para digerir los movimientos migratorios".

El diplomático marroquí afirmó que este fenómeno "está creando un problema humano y social en Marruecos". Azimán señaló que ni siquiera España puede asumirlo e hizo un llamamiento a que se lleve a cabo "un programa internacional".

El embajador explicó que el 75% de los subsaharianos que intentan llegar a España llegan hasta Marruecos "a través de Argelia". Aunque alabó los resultados de la cooperación entre España y Marruecos en la lucha contra la inmigración ilegal, señaló que "la cooperación en control de fronteras ha dado resultados, pero no resuelve el problema".

EL PSOE El diplomático calificó de "dramáticas" las muertes de subsaharianos en Melilla, aunque aseguró que se están investigando las circunstancias. A esas muertes de inmigrantes se refirió también el secretario de Movimientos Sociales del PSOE, Pedro Zerolo, que pidió que se aclare cuanto antes el modo en que se produjeron.

Zerolo expresó su preocupación por los asaltos masivos a la valla, el último de los cuales se produjo el martes por la noche. Esa intentona, en la que participaron 70 inmigrantes, dejó a 12 africanos heridos, de los cuales uno seguía ayer ingresado en estado grave en el Hospital Comarcal del Melilla por haberse roto los dos brazos al caer. La Delegación del Gobierno insistió en que todos ellos se hirieron al caerse de la valla.

Los 11 restantes, todos ellos con fracturas en muñeca, hombros, piernas fueron dados de alta y trasladados al centro de estancia temporal. Allí se acoge a 800 personas, pese a que su capacidad es de 480.

Los inmigrantes interceptados en el espacio entre las dos alambradas se resistieron a los intentos de los guardias civiles de hacerles volver a Marruecos. Para expulsarlos, la Guardia Civil tuvo que pedir el auxilio de bomberos y de la Policía Local.