THtay gente que habla cuando duerme y gente que cuando habla duerme a quien le escucha. Es lo que tiene repetir mil veces los discursos, que la audiencia se relaja y se les va el santo al cielo y olvidan si el que les arenga es de izquierdas o del centro, y acaban depositando el voto en un contenedor de basura. Para evitar tales contratiempos, los políticos sueltan de vez en cuando una ocurrencia con la intención de que el personal no pierda el hilo, que el que más y el que menos ya está hastiado de que le prometan euros y mantelerías a cambio del voto. En América, Barack Obama ha dicho que va a darle la vuelta al país como a un calcetín. En España, Rajoy ha prometido crear una ley que obligue a los inmigrantes a respetar las costumbres españolas. Es cuestión de grados en el prometer, quizás por eso ellos tienen un Súper Martes y nosotros un Plácido Domingo. La cuestión es que ya hay muchos esforzados inmigrantes que se han tomado en serio la amenaza y se han puesto de lleno a practicar algunas de nuestras más veteranas usanzas, tal como la de despotricar de España a cada paso y la de mirar de soslayo a quienes no manifiesten el mismo gusto que uno. Fernando Savater dice que no hay que confundir lo racional con lo razonable. Ling Yutang hablaba de una Edad Razonable en la que el mundo resolvería razonablemente sus disputas. Pero yo no le veo futuro a estos gurús. En realidad, ya no sé qué pensar de los políticos ni de los gurús. Ayer mismo murió el anciano Maharishi Maheshi Yogi , el gurú de los Beatles, retirado en su casa de doscientas habitaciones, comprada honradamente con el dinero recaudado a base de predicar paz y solidaridad para el mundo.