Como cualquier boda principesca, el matrimonio entre el príncipe Manuel Filiberto (heredero de la Casa Saboya) y la actriz francesa Clotilde Courau fue retransmitida en directo por los canales de la televisión italiana. La esposa lucía una tradicional cola de seis metros, más de 300 informadores estaban acreditados e incluso el Papa les dedicó una felicitación. Lo único que faltaba para ser una verdadera boda real eran los invitados. De los 1.360 convidados, el único representante de la realeza europea era Alberto de Mónaco, amigo y testigo de boda.

Los representantes de las monarquías fueron baja en la boda de un príncipe que hasta hace poco protagonizaba anuncios de aceitunas. Sí acudieron, en cambio, estrellas de la televisión italiana, actrices, cantantes como Johnny Hallyday, modistos como Pierre Cardin y miembros de la realeza sin corona como Carlos de Borbón y Sergio de Yugoslavia.

También singular es la esposa, Clotilde Courau, una actriz francesa de 33 años (tres más que él) que se declaraba anarco-comunista en las entrevistas y que acudió al altar embarazada de seis meses. La actriz de "izquierdas", como prefiere definirla su marido, dio el a su príncipe con un vestido de Valentino que escondía su ya vistosa barriga.

Manuel Filiberto pisó Italia por primera vez después de que el Parlamento aboliera el año pasado la ley que impedía la entrada en el país de los Saboya.