TSti piensan que los jóvenes americanos son unos ilusos porque creen que Beethoven es un perro y Miguel Angel un virus informático es que no saben de realidades virtuales. Está la realidad real, y la otra. Cómo distinguirlas. Fácil: si suena Shakira es que estás en el mundo real. La otra es tan irreal que la llaman realidad virtual, porque en ella todo son virtudes. Lo malo es que engancha. Aznar , por ejemplo, en su realidad virtual sigue creyéndose presidente, por eso va tan ufano a Melilla a resolver conflictos. Los de su partido callan, porque qué le van a decir si saben que si lo regresan de golpe a la realidad pueden acarrearle al pobrecillo daños neuronales irreversibles. Y total, un flipado más entre nosotros ni se nota. Yo mismo juego en ocasiones a creerme escritor, cuando la realidad es que, si alguna vez escribo algo que merezca la pena, será por mis vecinos y los perros de mis vecinos, gracias a los cuales no pego ojo. En el mundo real vivimos en unos míseros adosados que ellos, en su realidad virtual, imaginan amplias mansiones por donde sus perros campan a sus anchas. Y los pobres animales, por huir del fastidio de una vida de patio interior, inventan también una realidad en la que persiguen liebres por valles infinitos. Por eso ladran a todas horas. Eso, o es que me tienen ojeriza. El caso es que no me queda más salida que la realidad virtual de unos auriculares y un libro. Toda la gran literatura española es una lucha contra la realidad. Quevedo y Gracián para censurarla, Galdós , para retratarla, Alvaro Cunqueiro para ignorarla. Menos mal que en agosto el barrio se convierte en una realidad vacía. Deberían nombrar agosto mes internacional de la realidad virtual. Es el único mes en el que los pueblos están para tirar cohetes.