Las rebajas son un estímulo para que la fiebre consumista no decaiga. Hemos llenado nuestros frigoríficos hasta reventar. Hemos comido hasta la gula. Y sin apenas un día de tregua se nos incita a comprar más y más. ¿Si ya hemos adquirido lo que necesitamos en Navidad por qué debemos comprar en rebajas? Las organizaciones de consumidores recomiendan hacer una lista y evitar cualquier adquisición compulsiva. No entiendo esas imágenes a las puertas de los grandes almacenes de gente como ansiosa esperando la salvación eterna, atropellándose unos a otros. Estos días en las grandes superficies los consumidores manosean la ropa, la tiran, se la prueban, la tratan como si no tuviera valor, cuando en el tercer mundo un taparrabos hecho con plantas es todo un lujo. Y los trabajadores de las tiendas se pasan el día recolocando, explicando, gestionando devoluciones y son, a veces, el blanco de la ira y las frustraciones de alguien que nunca está satisfecho con lo que le ofrecen. Y tampoco entiendo por qué continuamos en crisis cuando las rotondas de acceso a los Eroskis y Carrefoures de turno registran atascos monumentales. ¿Cuánto hay que vender para que haya buenos resultados económicos? Este capitalismo desmesurado me da escalofríos por su irracionalidad. Ojalá encontremos todos las gangas de nuestra vida. Eso creo que da un ´chute´ de endorfinas increíble. Pero también pensemos en quienes no tienen nada y se tapan con lo que encuentran, porque a lo mejor si seguimos con este modelo económico acabamos como ellos. Al tiempo. Refrán: Ya vendrá el tío Paco con la rebaja.