Las redes sociales se han convertido en las nuevas plazas públicas donde parece estar permitido vilipendiar, encarnizarse y burlarse de cualquiera. O incluso desear la muerte de un niño de 8 años con cáncer cuyo máximo deseo es llegar a ser torero algún día, como se ha podido leer esta misma semana en la red. En muchas ocasiones no pasa de exhibir sentido del humor, pero en otras la educación se deja de lado y se convierte en un auténtico linchamiento donde lo de menos ya es el motivo inicial.

Ha ocurrido con famosos que han realizado comentarios o acciones desafortunadas dentro y fuera de las redes pero también con personas de ideas muy distintas a las de los opinadores (fútbol, toros, política...), o en las polémicas de siempre con trasfondo de lengua, machismo, racismo y homofobia. Ya tiene hasta nombre: linchamiento digital, va más allá del troll (gamberro) o hater (odiador) y congrega multitudes que se animan entre ellas. Pero las redes están diciendo basta y van poniendo filtros que algunos creen que deberían ser más severos.

El asunto ha llegado tan lejos que la prestigiosa revista Time, que en el 2006 hizo personaje del año a los internautas, una década después -el pasado mes de agosto- dedicó la portada a preguntarse si estamos perdiendo internet por la cultura del odio con el sangrante ejemplo de los insultos a una de sus periodistas.

Este pasado verano, sin ir más lejos, no han faltado los casos también en España. La muerte del torero Víctor Barrio en la plaza de toros de Teruel, la novia de El Rubius, la periodista Ana Pastor o la activista transexual Mar Cambrollé, entre otros, han recibido auténticos baños de insultos de todo tipo de los que alguno ha acabado en fiscalía.

NIÑO CON CÁNCER / Esta semana ha llamado especialmente la atención el ataque verbal sufrido Adrián, un niño de 8 años que quiere ser torero y que sufre un sarcoma de Ewing, un cáncer de huesos, con metástasis pulmonar. Una animalista que se identifica como Aizpea Etxezarraga -al menos, así firma- escribió en su muro de Facebook es siguiente mensaje: «Yo no voy a ser políticamente correcta. Qué va. Que se muera, que se muera ya. Un niño enfermo que quiere curarse para matar a herbívoros que también quieren vivir. Adrián, vas a morir». Mientras que Manuel Ollero, un experto el posicionamiento en páginas web, consideró «innecesario» el gasto «que se está haciendo en la recuperación» del pequeño.

Los motivos para tanto odio se concentran en temáticas fijas: política, fútbol, famoseo, escritores, toros, sexo o errores. Y denotan racismo, homofobia, machismo e intolerancia general. En ocasiones, las burlas derivan hacia insultos, amenazas e intimidaciones tan fuertes que llegan a ser denunciadas ante la policía. Y ya ha habido las primeras sentencias por ellas. Desde las multas por insultos que ha conseguido la periodista Almudena Ariza contra un bloguero a la condena a dos años de prisión para una fotógrafa valenciana por chistes y comentarios sangrantes sobre víctimas de ETA como Irene Villa o Miguel Ángel Blanco. Pero fue un caso en Estados Unidos, el de la actriz afroamericana Leslie Jones, que recibió insultos racistas por su papel en la nueva versión de Los cazafantasmas, el que ha hecho que Twitter, una de las redes sociales donde más se produce este linchamiento digital, asumiera el compromiso de tomar medidas de una vez.

PROMESAS DE DORSEY / Por el momento, el efecto del golpe de mano de Jack Dorsey, el cofundador y actual director general de Twitter, ha sido un anuncio que aún ha de concretarse pero que se basa en el llamado «filtro de calidad», una herramienta lanzada el año pasado que bloquea palabras ofensivas que pueden llegar a ser trending topic (sobre todo insultos racistas), evita los duplicados y el tráfico que considera que es automatizado. La red puede dar de baja un perfil y no volverlo a admitir incluso de por vida, pero como Twitter permite el anonimato, muchos community manager se quejan de que se vuelven a dar de alta con otro nombre, aunque hayan perdido sus seguidores en el trasvase.

La actualización del filtro de calidad aún no funciona completamente fuera de Estados Unidos. El nuevo mecanismo hará que sea el usuario quien seleccione las palabras que no quiere ver, pero no quedarán censuradas para todos a excepción de unas claramente fijadas. Se añadirá así a opciones de informar sobre contenido inapropiado, bloquear a un usuario o silenciarlo que ofrece actualmente la plataforma y que se revela insuficiente cuando son muchos los usuarios que insultan. Twitter esgrime que ahora es más fácil denunciar que hace unos años, pero admite que aún han de mejorar muchas cosas, entre otras, la difusión de cómo han de actuar los usuarios que se sientan afectados. «A veces un hashtag nacido con intención de insultar se acaba convirtiendo en otra cosa», se disculpan.

Pero los esfuerzos de Dorsey no son los únicos. El sistema de bloquear palabras ya lo usan Facebook e Instagram. «Facebook elimina el lenguaje que incita al odio, es decir, todo contenido que ataca directamente a personas en función de raza, etnia, nacionalidad, religión, orientación sexual, sexo, género o identidad sexual, discapacidades o enfermedades graves», aseguran fuentes de la empresa.

La compañía de Mark Zuckerberg, sin embargo, confía en que sean los usuarios quienes denuncien los contenidos que consideran ofensivos y luego lo somete a moderación de un grupo de empleados sobre los que la compañía --como tampoco Twitter- quiere comentar nada y que, según publicó un consorcio de periodistas, revisan demasiados comentarios.

IRONÍAS EXPLICADAS / «Los usuarios de Facebook pueden cuestionar ideas, instituciones y prácticas. O incluso compartir contenido con lenguaje que incita el odio hacia otra persona con la intención de educar a otros sobre este tipo de lenguaje», dicen. Pero advierten: «En ese caso, esperamos que se indique claramente el fin para que podamos entender mejor por qué se ha compartido».

Youtube también ha optado por implantar filtros y sistemas para intentar minimizar los linchamientos colectivos, como reforzar los sistemas de denuncias y los de identificación de usuarios, pero la edad de los fans de los youtubers, uno de los últimos filones de acoso, influye y mantienen sus alias. En Periscope es posible denunciar a un usuario que comente el vídeo que se está emitiendo, pero si comienzan a insultar varios a la vez, puede llegar a ser imposible hacerlo por la velocidad a la que aparecen los comentarios.

«Twitter desprotege bastante al usuario. Facebook ya suprime comentarios que llegan duplicados o que están escritos en mayúsculas, o que contengan palabras que señales. Y Periscope y Tumblr son paraísos de trolls porque es libre insultar», dice la experta Keka Sánchez, responsable de redes sociales de la organización de consumidores Facua y bloguera.