TEtn la provincia de Cáceres no hay importantes proyectos industriales y cuando nos hablan de que en el sur de Badajoz, en un pequeño triángulo con los vértices en Zafra, Jerez y Villafranca habrá pronto una refinería, una cementera y una siderurgia, que son tres de las industrias más contaminantes que existen... Pues bueno, pues vale, pues me alegro. Vamos, que no nos inquieta demasiado la cuestión y despachamos el asunto con el razonamiento de que si tienen problemas, también es verdad que van a tener empleo: lo uno por lo otro. Sin embargo, la vida cotidiana en algunos de esos pueblos está empezando a enrarecerse por culpa de las posturas que se mantienen sobre el proyecto estrella de la Extremadura industrial: la refinería. No es fácil hoy vivir en Los Santos de Maimona o en Villafranca de los Barros y manifestarse libremente a favor o en contra de la refinería.

Hay casas en Los Santos, donde una mañana aparece una pancarta con el no a la refinería y a la mañana siguiente, la fachada está llena de pintadas a favor. Hay bares de Villafranca donde sus dueños se declaran a favor de la refinería y se quedan sin clientes porque resulta que éstos eran, mayoritariamente, agricultores. En los bares de la zona se ha impuesto la ley del silencio y sus dueños no dicen ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Las posturas están tan enfrentadas que quienes apoyan la refinería sólo ven ventajas y quienes la rechazan sólo adivinan el apocalipsis. Extremadura sigue siendo un poco tremendista: "O estás conmigo o estás contra mí, pero no te voy a permitir el lujo del equilibrio".