La reforma de la enseñanza no universitaria que hoy dará a conocer la ministra de Educación, María Jesús San Segundo, mantiene el estatus de la asignatura de Religión en los cursos de Primaria y deja en manos de las CCAA la posibilidad de que el alumno con más de tres suspensos repita curso en la ESO.

Además, los redactores del anteproyecto de la futura norma se refieren a ella como ley orgánica de la educación (LOE). Esta denominación cuenta con más adeptos que el de ley orgánica de la reforma educativa.

El texto que se dará hoy a conocer insiste en la voluntad del Ejecutivo de respetar los pactos internacionales suscritos por España, en concreto los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español de 1979, lo que deja escaso margen de maniobra para modificar el estatus de la asignatura de Religión católica. En consecuencia, ésta seguirá recibiendo un tratamiento prácticamente idéntico al que viene siendo objeto desde 1994: todos los centros públicos ofertarán la materia, que es de elección voluntaria, y quienes no la cursen podrán escoger entre un abanico de alternativas que se dejan en manos de los centros. Será evaluable, no así la alternativa, pero la nota no surtirá efectos al pedir una beca u obtener la nota media del Bachillerato para acceder a la universidad.

A diferencia de la ley de calidad (LOCE), los autores de la LOE han evitado esta vez la tentación de hacer una norma excesivamente reglamentista, de acuerdo con los datos que han trascendido del anteproyecto, dejando en manos de las comunidades la definición final de muchos aspectos a fin de atraerse el apoyo de determinadas formaciones.