No hay novela de piratas donde no se haga mención de la isla de la Tortuga, que desde el siglo XVII fue un refugio para los corsarios y filibusteros que actuaban en el Caribe cuando muchos de éstos fueron expulsados de La Española, la actual isla compartida por Santo Domingo y Haití. En la Tortuga se creó la llamada Cofradía de los Hermanos de la Costa que contaban con sus propias leyes no escritas y en la que no se permitía la presencia de mujeres blancas y libres.