El capitán Chesley Sully Sullenberger había pedido una ceremonia de perfil bajo. Así que sus vecinos en Danville --un suburbio de San Francisco (California) de 43.250 habitantes-- descartaron la idea de organizar un desfile para el piloto que salvó las vidas de los 155 pasajeros y la tripulación del avión 1549 de US Airways mediante un espectacular amerizaje en el río Hudson de Nueva York hace casi dos semanas. A cambio, montaron un escenario, una banda musical interpretó Dios bendiga a América , un joven de 17 años cantó el himno nacional y Sullenberg y su esposa, Lorrie, fueron agasajados el sábado por una multitud de vecinos solo durante una hora. Eso sí, nadie evitó que entregaran al héroe las llaves del pueblo y una medalla.

Sullenberger tuvo una bienvenida a casa digna de su consideración: de héroe. Su página en Facebook tiene más de 500.000 amigos, y antes de regresar a casa la pareja fue invitada de honor en un acto muy especial: la toma de posesión de Obama. Su vida ha cambiado después de la heroicidad de lograr salvar sin víctimas una situación muy delicada en pleno despegue.

"Es fantástico estar en casa en Danville con nuestros vecinos y amigos", no tuvo más remedio que decir Sullenberg en lo que eran sus primeras declaraciones públicas desde el accidente. A continuación, Sullenberg, que el pasado viernes cumplió 58 años, intentó restar importancia a su acción. "Las circunstancias dictaron que fuera esta experimentada tripulación a la que le tocara volar en ese vuelo", dijo, destacando la veteranía de su equipo. "Sé que hablo en nombre de toda la tripulación cuando os digo que simplemente hicimos el trabajo para el que estamos entrenados", añadió.

Evidentemente, no lo consideran así ni sus conciudadanos ni el resto del país. Desde el mismo instante en que se supo que su pericia logró salvar la vida de los pasajeros, Sullenberger se ha convertido en una celebridad a su pesar, por mucho que su mujer insista siempre en que aún es "el hombre que prepara" su taza de té cada mañana.