A la escritora canadiense criada en Gran Bretaña, Rachel Cusk (Saskaton, 1967) le llovieron los palos de la muy cotilla e impertinente prensa inglesa cuando dos de sus más importantes experiencias íntimas, su propia maternidad, que ella dibujó con los matices menos favorables, y su borrascoso divorcio, acabaron convertidos en sendos libros, 'A life’s work' y 'Aftermath: on marriage and separation', marcados por la sinceridad y a decir de algunos por el impudor. La polémica entronca, en cierta manera, con los ejercicios de verdad del noruego Karl Ove Knausgard, a la que se podría comparar en intenciones. De hecho, ambos sostienen que literatura y vida tienen el mismo valor, con la precisión (o preferencia) por parte de Cusk de que "la literatura sirve a la experiencia, porque la representa y es a la que dedico la mayor parte del tiempo de mi vida".

Mientras aquellas memorias cargadas de amargura y todavía sin traducción en castellano o catalán no lleguen a la librerías, la alternativa es leer su celebrada novela 'A contraluz' (Asteroide), su último trabajo y primero de una trilogía con la misma protagonista, una autora que, al igual que Cusk, da clases de escritura y acaba de separarse, al tiempo que demuestra tener una habilidad especial para que los extraños se sinceren y cuenten sus historias. El resultado es un ingenioso juego de espejos en el que solo llegamos a conocer a la misteriosa escritora a través de los relatos de los demás.

LA LITERATURA Y LA VIDA

"Mi vida es tan solo un material, como pudiera serlo una mesa o una silla, para construir una historia. Aunque parezca algo personal, realmente no lo es", dice Cusk, que durante toda la entrevista se revela tan tensa y esquiva como su protagonista en 'A contraluz',libro de ficción en el que en lugar de exhibirse tiende a esconderse. “Mis libros anteriores partían de experiencias tan potentes que era difícil para mí relatarlos bajo una apariencia de ficción”, dice. Y añade que la novela es una nueva forma, mucho más elusiva y distanciada, de enfrentarse a la experiencia"devastadora" de la separación matrimonial."El divorcio es la destrucción de una identidad construida socialmente. Lo que le sigue es un yo que ha sido aniquilado, de ahí la forma evanescente que tiene mi novela". Una novela poblada por separaciones, complicaciones de la vida familiar y la dificultad de confiar en los demás. "Creo que solo existe una forma de acercarse a la verdad y tiene que ver con la honestidad", anuncia.

'A contraluz' tiene pese a su título (aunque en el original sea 'Outline', es decir,esbozo) un contrapunto luminoso en la localización de la obra, la Grecia actual, lugar que la escritora protagonista visita y donde va teniendo sus encuentros. "Elegí Grecia porque no necesito explicarle al lector que es un país en crisis, que es el lugar donde se fundamenta nuestra cultura, la cuna de la 'Odisea' y que en su narrativa las madres matan a sus hijos y los maridos a sus esposas”. Y lo sabe bien Cusk que el año pasado se estrenó en el teatro con la adaptación para el Almeida Theatre de Londres de la 'Medea' de Eurípides. ¿Acudió Rupert Goold, director del montaje a buscar a Cusk porque conocía su sombrío libro sobre la maternidad? Ella no cree que fuera por eso. "Medea mata a sus hijos, es verdad, pero no creo que la obra en realidad vaya de eso. Medea asesina a los pequeños porque ha sido abandonada por Jasón, el padre de las criaturas y por eso vino a buscarme, porque leyó el libro de mi separación", dice con absoluta tranquilidad.