Es el bebé milagro. Una "luz para la esperanza" en medio de la tragedia del terremoto de la provincia de Van, que ya se ha cobrado la vida de 432 personas. Azra, una pequeña de poco más de dos semanas de vida, volvió a nacer ayer cuando fue rescatada sana y salva de entre las ruinas de un edificio de cinco plantas, bajo cuyos escombros pasó casi 48 horas.

Poca gente es consciente de las consecuencias que tienen las decisiones personales. Tampoco la pareja formada por Sinan y Semiha Karaduman se pararon a pensar en ello cuando su hija, Azra, nació el pasado 9 de octubre en Sivas (centro de Turquía) de forma prematura y, siguiendo el consejo del abuelo paterno, Ahmet Karaduman, que trabaja de pediatra en Ercis, se trasladaron a esa localidad para que este pudiese cuidar de su nieta. Pero Ercis fue a la población que peor parada salió del terremoto de 7,2 grados del domingo, con más de 80 edificios destruidos. La familia Karaduman al completo pasaba su día de asueto en casa, atentos a la pequeña que ese día cumplía 14 días de vida.

DETECTADO EL LLANTO

La tierra tembló y el edificio en que se hallaban los Karaduman se desplomó. "Yo salí despedido y me salvé --relató el doctor Ahmet Karaduman--, pero ellos quedaron dentro".

Sin mucha esperanza de recuperar con vida a los suyos, Ahmet se dedicó, a pesar del dolor, a lo que mejor sabe: atender a los cientos de niños y familias heridos. Sin embargo, los instrumentos electrónicos de los equipos de rescate detectaron ayer el llanto de la pequeña Azra y los miembros de Protección Civil lograron abrir un túnel. El bebé, su madre y su abuela estaban vivos gracias a la protección que les ofreció un sofá volcado. "Azra se ha salvado, mi nuera y mi mujer viven. Ahora rezo por que mi hijo Sinan también siga con vida", dijo Ahmet Karaduman.

Los trabajos para hallar al padre de Azra aún continuaban anoche impulsados por la esperanza que han dado el salvamento de la pequeña y también el de otro niño de 10 años, Serhat Gur, este en la ciudad de Van, que fue rescatado tras pasar 54 horas bajo los escombros. Del mismo modo sigue la búsqueda de los "cientos, quizás miles" de víctimas que la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja calcula que aún pueden quedar enterrados.

También se han escuchado críticas sobre el modo en que se está distribuyendo la ayuda, que ha provocado conflictos entre vecinos de los pueblos, especialmente en aquellos de montaña, a los que la ayuda tiene más dificultades para llegar. Incluso el viceprimer ministro Besir Atalay reconoció que hay "insuficiencias" en un discurso ante el Parlamento: "Habremos distribuido unas 25.000 tiendas de campaña, pero hay muchas más peticiones. La cuestión es que la gente no quiere volver a sus casas aunque estén en buen estado por miedo a las réplicas del seísmo". Ayer se produjeron nuevas --dos de ellas de más de cinco grados de magnitud-- lo que incrementó el pánico.

Las ofertas de ayuda internacional han continuado --entre ellas la donación de un millón de dólares por parte del presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani--, pero el Gobierno turco ha rechazado el desplazamiento de todos los equipos de expertos extranjeros y españoles, que regresaron ayer de Turquía.

Hay quienes creen que más personas solo estorbarían las labores de búsqueda, pero el alcalde de Van, Bekir Kaya, aseguró que "el número de equipos es insuficiente".