Ha pasado un año desde que un avión MD-82 de la compañía Spanair despegara en el aeropuerto de Bajaras para nunca llegar a su destino. El mismo tiempo que hace que Siomara y Abenaura, de 19 y 14 años respectivamente, junto al hijo de 11 meses de la primera, abandonaran la localidad cacereña de Acebo para embarcarse en ese vuelo. Ellas perdieron la vida, y los familiares extremeños a los que vinieron a visitar, "un pedacito del corazón".

Las dos jóvenes habían llegado a la región muy emocionadas para conocer a Yurena, una hermana fruto del primer matrimonio de su padre. Todas sabían que era la primera vez que se veían, pero nunca se llegaron a imaginar que fuera también la última.

Y lo peor es que un año después de aquel trágico suceso, parece que todas las investigaciones siguen en el mismo sitio. Un informe provisional culpa a los pilotos y a un mecanismo de alarma que debería haber funcionado, pero que nunca se activó. Pero ahora, lo único cierto es que todavía nadie sabe exactamente qué fue lo que pasó aquel 20 de agosto en las pistas de despegue.

Francisco Javier Puerto, el taxista acebano que llevó a las chicas al aeropuerto, está "como si hubiera vivido en carne propia la tragedia", y por ello se siente "con derecho" a opinar sobre el asunto.

Afirma que "es una vergüenza que después de 12 meses, lo único que se les ocurra decir es que la culpa fue de los pilotos". Ahora, "es muy fácil echarle la culpa a unas personas que desgraciadamente también murieron en el accidente, que no tienen oportunidad de defenderse. Y mientras, la compañía sigue con sus vuelos, como si nada ".

Muy mala espina

Francisco Javier estuvo en Barajas aquella tarde, y confirma que "es cierto que hacía mucho aire, un aire que, la verdad, a mí me dio muy mala espina".

La hermana de las dos fallecidas, Yurena, tampoco cree que la culpa fuera de los pilotos. "Todos somos humanos y un fallo lo tiene cualquiera, pero eso en este caso no se dio, porque a la primera caída del aparato, los pilotos se hubieran dado cuenta de que la cosa no iba bien y hubieran intentado arreglarlo, o por lo menos, pedir ayuda".

José Márquez, abuelo de Yurena, dice que "todo el pueblo sintió mucho la pérdida de las dos chicas, porque pasaron en Acebo 19 días que coincidieron con las fiestas. Y como ellas eran jóvenes, salieron mucho y conocieron a mucha gente del pueblo".

Franciso Javier también dice que "todo el pueblo quedó conmocionado, y que incluso las banderas municipales ondearon a media asta unos días".

Pero sin duda, la más afectada fue Yurena. Ella conoció y perdió a sus dos hermanas menores a la misma vez. "Le doy muchas vueltas, todos los días me acuerdo, la verdad es que ha sido un golpe muy duro". Ahora, la joven habla todos los días por telefóno con la madre de las fallecidas (que vive en Canarias), y "aunque no tocamos ese tema, de algún modo me hace sentir que estoy más cerca de ellas".

Estos días, Yurena se encuentra en Madrid, para participar en el homenaje que la asociación de víctimas ofrece en el aeropuerto de Barajas con motivo del primer aniversario de la tragedia.

Pero la verdad es que está muy indignada, "porque la compañía se ha olvidado de nosotros, no hemos vuelto a saber nada hasta ahora que hace un año. Es cierto que Spanair nos paga a todos los familiares el traslado a Madrid y el alojamiento en un hotel con motivo del acto, pero en todo este tiempo no se ha preocupado de nada más".

En definitiva, 154 vidas se perdieron aquella tarde en Barajas, pero otras tantas quedaron destrozadas en las horas siguientes. Vidas que nunca llegarán a ser completas, como la de Yurena.