Los habitantes del norte y sureste de España se despertaron ayer frente a un paisaje de árboles, vallas y muros caídos, cortes de electricidad, incendios y edificios dañados a causa de la tempestad del día anterior. Poco a poco, sin embargo, se fue recobrando la normalidad. En Galicia, la más castigada en términos materiales, si bien no en cuanto a pérdida de vidas humanas, los hogares carentes de luz sumaban, ayer al mediodía, 86.300, cifra que el pasado sábado llegó a ascender a casi 500.000, y el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, anunció que estaba previsto que el suministro se restableciese durante la noche. En La Nucia (Alicante), los bomberos dieron por controlado el incendio que afectó a 1.600 hectáreas y obligó a que 14.000 personas se marchasen a toda prisa de sus viviendas.

"La realidad superó cualquier previsión", dijo el subdelegado del Gobierno en Lugo, Jesús Otero. Otero se refería a su provincia, pero la frase es aplicable a todas las partes de España en las que se dejó sentir el temporal. Los vientos, de hasta 215 kilómetros por hora, y las olas, de hasta 21,5 metros, causaron, según como se haga la cuenta, 11 o 12 muertos en todo el país: siete en Cataluña, tres en Galicia, uno en Hontoria de Valdearados (Burgos) y otro más en el municipio alicantino de Aigües de Busot. Aunque hasta al momento se desconoce si la caída del muro que mató allí se debió a la tempestad que ayer estaba en Francia y Alemania.

Para hoy, las predicciones hablan de vientos costeros y nieve. En Cantabria, se prevén olas de hasta seis metros; en Galicia habrá mar de fondo, con olas de ocho metros. En Vizcaya y Guipúzcoa, mar del noroeste con olas de cuatro a seis metros; y en Asturias, olas de cuatro metros.