TCtada vez que veo la maqueta del nuevo hotel de Atrio en la plaza de San Mateo de Cáceres pego un salto. Reconozco que el edificio sobre el que se va a actuar tiene de antiguo lo que el Cacereño de galáctico, pero me he acostumbrado a la monumentalidad estilo Pueblo Español de Monjuic y me da mucho miedo la conjunción de lo medieval y lo contemporáneo. Después están las meteduras de pata irreversibles de los grandes arquitectos. Así, admiro mucho a Alvaro Siza y me encantan su museo Serralves de Oporto y su Centro Galego de Arte Contemporáneo de Santiago, pero recuerdo que cuando Vargas Llosa presentó La fiesta del chivo en el auditorio de la facultad compostelana de Periodismo no se le entendía ni con micrófono: Siza había construido un bello auditorio donde era imposible oír.

Los retretes de los grandes arquitectos tienen su gracia. El otro día hice pis en la estación de autobuses de Casar y fue toda una experiencia. Otro urinario especial es el de la filmoteca de Extremadura. Pero hay uno de Alvaro Siza en el club náutico de su pueblo, Matosinhos, que se lleva la palma. Uno de los albañiles gallegos que lo construyó era amigo mío y me contó que se trataba de un cuarto de baño de cristales trasparentes donde no se podía operar con intimidad. Tras la inauguración, cuando Siza se marchó, se solventó la papeleta pegando papeles de periódico en las paredes. Otro retrete bonito, pero inquietante es el de la sala de Bellas Artes del museo cacereño de las Veletas. La puerta no es trasparente, pero sí traslúcida y da no sé qué.