Si en la carta de un restaurante se eliminan los platos libres de gluten, en la inmensa mayoría de los establecimientos los celíacos tienen que reducir su elección a ensaladas y carne a la brasa. Para que esto cambie, la Asociación de Celíacos de Extremadura organizó ayer en Badajoz unas jornadas gastronómicas con el objetivo de que la dieta sin gluten se haga un hueco en el mundo de la restauración, tanto en el sector público (restaurantes, parques de ocio, paradores...) como en el privado (guarderías, hospitales, residencias de ancianos) para favorecer la integración social de este colectivo.

Para demostrar que los menús para celíacos también pueden ser sabrosos al paladar y atractivos a la vista, tres establecimientos elaboraron diversas tapas. El restaurante del apartahotel Ascarza --que ya los incluye en su carta-- presentó una milhoja de presa ibérica con níscalos sobre pan de canela. "Está igual de bueno, y solo hay que tener cuidado con la mezcla de los ingredientes", explicó una de las cocineras, Guadalupe Sánchez.

En representación de las hospederías acudió el cocinero del establecimiento de Llerena, Fernando García. Preparó brochetas de gambas rebozadas en harina de almendra con queso de Tierra de Barros y cubilete de calabacín relleno de setas y frutos del bosque con crujiente de yuca. "Más que buscar productos especiales para celíacos, he utilizado productos que son aptos para ellos. Son tapas que perfectamente podríamos tener en la carta", dijo.

Cuca Albarrán también llevó sus delicatessen a la cita: bocados de espinaca con roquefort y piruleta de brazo de gitano. Es celíaca y gastaba casi un 1000% más que una persona sin intolerancia al gluten, por eso decidió elaborar ella misma sus alimentos en casa. "Estaban más ricos y era mucho más baratos". Lo que comenzó como una fórmula de ahorro, se convertirá en su negocio, pues a finales de este mes lanzará al mercado sus platos a través de la empresa Gourmet del Celíaco. "Queremos llegar a los celíacos con comida casera, para que engan el mismo servicio que cualquier otra persona y puedan pedir croquetas, calamares rebozados o dulces". Su truco para saber si sus recetas están listas es reunir a sus amigas e invitarlas a degustar el mismo plato con y sin gluten. Cuando no aprecian la diferencia, sabe que ha dado en el clavo.

"Entendemos que no en todos los restaurantes haya pastas especiales o pan, porque son productos más caros, pero es tan fácil cómo no echar algunos condimentos. Es cuestión de estar informados y de saber identificar qué puede y no puede comer un celíaco", explica Lucía Rivera, coordinadora de las jornadas, a las que también asistieron distribuidores de productos sin gluten, cada vez con una gama más amplia en el mercado.

En Extremadura, aunque no hay estudios oficiales, se estima que hay unos 5.000 celíacos.