Hemos vuelto". Con un triunfalismo incontenible, el administrador de la NASA, Sean O´Keefe, anunció ayer así la llegada a Marte del Spirit, el primer vehículo espacial que alcanza el planeta rojo desde 1997.

En un año en que la gestión y el futuro de la agencia espacial estadounidense han quedado en entredicho por el accidente mortal del Columbia, registrado en febrero del 2003, el aterrizaje en Marte del primero de los dos vehículos que integran una misión de 1.000 millones de euros (167.000 millones de pesetas) interpretaba como un éxito. La llegada sólo horas después de las primeras imágenes, de una calidad inesperada, corroboró que todo lo que pudo haber ido mal fue bien.

ABRAZOS En el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena (California), los primeros abrazos entre científicos se produjeron antes de la medianoche, cuando las primeras señales recibidas indicaban que el Spirit había alcanzado la superficie del planeta. A las 23.34 horas del sábado (las 6.34 del domingo en España), señales aún más concretas confirmaban una perfecta operación, corroborada definitivamente a las 23.55 horas. La NASA explotó en júbilo.

Desde que en 1997 el Pathfinder alcanzó la superficie marciana ninguna nave de la NASA había repetido ese logro. Es más, un estrepitoso fracaso en 1999 había hecho que esta misión se observara con mucho miedo. Sin embargo, "todo fue tan bien como para que no se pueda distinguir entre lo que se había predecido y lo que ha ocurrido", según el también extasiado Rob Manning, responsable de descenso y aterrizaje de la NASA.

Uno de los mayores temores es que el Spirit , tras recorrer más de 500 millones de kilómetros en más de seis meses en el espacio, fallara al llegar a la superficie. En ese aterrizaje, en el que deben abrirse paracaídas y lanzarse retromisiles que desaceleren la nave, así como abrir la cápsula con globos de aire protectores, no hay oportunidad de intervenir desde la Tierra. Todo depende de las órdenes almacenadas en los ordenadores del vehículo.

Ese proceso se produjo, en palabras del segundo de la NASA, Ed Weiler, en "seis minutos infernales", en los que la nave pasó de 19.000 kilómetros por hora a cero. Fue perfecto. El Spirit tomó contacto con la superficie del planeta. Rebotó alcanzando la altura equivalente a un edificio de cuatro pisos y finalmente se detuvo a más de 1.600 metros de distancia. Había alcanzado el objetivo: el cráter Gusev, cerca del ecuador del planeta y que pudo ser un lago.

PROXIMOS PASOS En los próximos nueve días, el Spirit permanecerá en ese punto, analizando materiales y recogiendo información para determinar por dónde empezar su recorrido por Marte. Este durará un máximo de 90 días, en cada uno de los cuales podrá recorrer unos 90 metros.

En tres semanas debe alcanzar el planeta Opportunity , el vehículo idéntico que se lanzó para aumentar las posibilidades de éxito de la misión.