Llueve y llueve en Roma en estos días de cónclave, pero el que se moja es porque quiere; los innumerables puestos de venta de suvenires y todo un ejército de vendedores ambulantes han incorporado a su oferta paraguas de todos los tamaños y colores como producto estrella. Tanto a esta ínfima escala como en la caza mayor del turista (125% de media de aumento de las tarifas hoteleras, según una federación de consumidores; en algunos casos los precios se han triplicado), Roma vive este excepcional relevo papal, caído además en temporada baja turística, como un regalo del cielo y dispuesta a hacer caja.

El ayuntamiento espera unos 150.000 visitantes en estos días en la plaza de San Pedro y alrededores. Un apartamento en la zona sale por unos 8.000 euros al mes. Una terraza y vistas a la plaza pueden multiplicar la cifra por cuatro. Y hay que andarse con cuidado con algunos anuncios en internet que los ofrecen "muy cerca del Vaticano, a 10/15 minutos en metro o en otro transporte público". "Quizá se pueda llegar en ese tiempo con un helicóptero como el del Papa", ironizaba el diario La Stampa .

Pese a estos precios, la demanda de alquileres se ha disparado un 30%, según Casa.it. El presidente de la asociación de hoteleros de Roma Federalberghi, Giuseppe Roscioli, esperaba asimismo "una llegada de un 10% más de fieles con respecto a lo normal en este periodo del año", aunque los números finales "dependerán de múltiples factores, como la nacionalidad del nuevo Papa", cara a los días de sus primeras apariciones públicas. En el último año, la crisis había obligado a los hoteleros a bajar precios para no perder competitividad ante el resto de las capitales europeas. Después de esto habrá que ver qué pasa.

Con lo que no se cuenta, de todos modos, es con un llenazo como el que hubo en el 2005 para el funeral de Juan Pablo II. "Esta vez no hay funeral, y hay que tener en cuenta que la fascinación por el papa Wojtyla era realmente extraordinaria", ha explicado Andrea di Costanzo, presidente de la asociación regional de agencias de viajes Fiavet.

Di Costanzo confía, en todo caso, en el impacto que tendrá el hecho de que los ojos del mundo se hayan puesto en la ciudad: "Los periodistas conectando desde la plaza de San Pedro ofrecen la mejor postal de Roma. Una publicidad gratuita de un potencial increíble, gracias a internet y la televisión".

Pero además de una oportunidad, para Roma la ocasión supone un desafío logístico y organizativo. Al igual que en los últimos actos de Benedicto XVI, se han movilizado unas 2.000 personas, entre fuerzas del orden --uniformadas y de paisano-- y los 600 voluntarios de Protección Civil. Junto a la plaza hay un pequeño hospital de campaña dotado de ocho camas, cuatro de ellas para reanimación, y dos ambulancias. Un equipo de 20 personas, entre médicos y enfermeros, no se mueve de la zona.

Los tiempos

"Estamos listos", había asegurado el alcalde, Gianni Alemanno, antes de la fumata blanca, aunque subrayó la dificultad de gestionar un acontecimiento del que se desconocía el momento de su punto culminante. En cuanto el humo blanco asomó por la chimenea se puso en marcha un dispositivo de refuerzo de la seguridad y del transporte público hacia la plaza de San Pedro. Luego se comenzaron a aplicar otras medidas de seguridad específicas cara al desfile de jefes de Estado por la ciudad para saludar al nuevo Papa.

¿Y los romanos? "El 97% no van a misa, pero da igual.Todos lo sienten muy suyo, aunque sean comunistas", asegura Jorge, un español que vive en la ciudad. Y sí, el Papa y el Vaticano son para Roma y para los romanos muchísimo más que un enorme negocio, pero... "Yo lo que quiero es un Papa americano, que traiga turistas con mucho dinero", sentenciaba antes de la fumata blanca el dueño de un restaurante de la Via dell'Orso.