Cuando el deporte extremeño parece haber tocado fondo, sin representantes futboleros en la Liga de las Estrellas y el básket subsistiendo gracias a modestas aportaciones privadas, es de agradecer que de vez en cuando surjan espectáculos deportivos como el fútbol-chapas. Es más, sin riesgo a caer en el atrevimiento, se podría decir que Extremadura es toda una potencia mundial en este deporte.

Sin embargo, y a pesar de hundir sus raíces en los juegos de infancia de muchas generaciones, el fútbol-chapas tiene una presencia limitada de jugadores, aunque eso sí, crece sin prisa pero sin pausa. España cuenta con cerca de 200 federados, de los que unos 30 pertenecen a clubes extremeños. Precisamente el Campeonato de Extremadura, celebrado en Cáceres, fue la última competión oficial disputada, donde los cacereños refrendaron el subcampeonato de España por equipos conseguido en Madrid semanas atrás. De esta forma, Cáceres se convierte en una de las principales referencias a nivel mundial, sobre todo a causa de que el fútbol-chapas es un juego eminente español. "Sé podría decir así. Sabemos que se juega en Perú, Brasil, Italia o Argentina, pero no a nivel federado", dice el jugador cacereño Quini Romero.

Ese aumento de la competitividad ha provocado también que el fútbol-chapas haya sufrido ligeras variaciones en relación al que se jugaba sobre las aceras. El terreno de juego se ha llevado hacia una cómoda moqueta, el balón ya no es un garbanzo, sino un reglamentario balón de plástico, las chapas ya no presentan las dobleces impresas por el abridor, sino que se apuestan por las chapas de rosca, y las equipaciones dejan de estamparse con rotuladores y se sumergen en el fascinante mundo del Photoshop. Incluso los controles antidóping también han llegado a este mundillo: "Yo lo diría controles antitrampa, es para comprobar que cada chapa pesa lo mismo y ninguna parte con ventaja. Siempre se usa la misma plancha de cartón".

Es tanta la igualdad que sólo los pequeños detalles separan a los mejores de los que se quedan a las puertas del éxito. "La técnica es muy importante, pero saber templar los nervios es básico", dice Quini Romero, que aun así deja claro que el carácter del juego se centra en fomentar la convivencia intergenaracional.