TCtáceres es la única capital de provincia española sin río y eso tiene dos desventajas: una, que en las noches de verano pasas tanto calor que sales en el Telediario; la otra, que no te hacen ningún puente. A los políticos, lo que de verdad les pone es hacer puentes. El chiste del ministro que llegaba a un pueblo y prometía un puente, le decían que para qué querían puente si no tenían río, y prometía también un río, tiene casi dos siglos de antigüedad. En Cáceres, como no hay río, no hay promesas y si las hay, son entelequias.

A los cacereños les encanta hacer siempre la misma comparación odiosa: en Badajoz y en Mérida hacen puentes multimillonarios y aquí han tardado tres lustros en hacernos una ronda y tardarán la intemerata en hacernos la otra. Pero es lógico, a los políticos no les molan las rondas. Uno promete una ronda y parece que promete algo menor. Lector, sea usted sincero, reconozca que ni la Ronda del Carmen ni la Ronda del Matadero le ponen. ¿Cree usted que pasará a la historia el político que prometió la cacereña Ronda de la Pizarra o la del Puente Vadillo? Pues no. Sin embargo, sí que se recordará al impulsor del puente del V Centenario o al del puente Lusitania, que son obras que salen en las postales, en los sellos y en los documentales. O es que algún cacereño ha visto un cartel turístico con la ronda Rocha o la de San Francisco No puede ser, si no hay río, ni hay puentes ni hay promesas y de haberlas, serán proyectos imponentes como un aeropuerto. Y si no hay viajeros, no importa, nos ponen también los viajeros.

*Periodista