Lejos de formular reclamación alguna al Gobierno socialista, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Rouco Varela, prefirió ayer destacar, en el discurso de apertura de la asamblea del episcopado que hoy elegirá a su próximo presidente, "la voluntad de cooperación de la Iglesia con la autoridad legítima".

Ello se ha puesto de manifiesto con la reunión celebrada la semana pasada entre el vicepresidente y el secretario general de los obispos y la vicepresidenta del Gobierno, precisó. Rouco lanzaba así un guiño a los prelados partidarios de rebajar el tono del enfrentamiento con el Ejecutivo de Zapatero, para tratar de asegurarse la reelección.

El purpurado gallego abandonó sus habituales regañinas al Gobierno, acudiendo a la doctrina surgida del Concilio Vaticano II, y recordó que "la misión y la tarea de la Iglesia no es la política". Y a renglón seguido dio por bueno que los católicos "puedan actuar de modo responsable en virtud de diferentes concepciones, legítimas, de la cosa pública y siguiendo diversos caminos para resolver los problemas", en una manifestación de pluralismo infrecuente fuera de los periodos electorales.

"El bien que la Iglesia aporta a la vida de los hombres es ante todo religioso y sólo indirectamente temporal", remachó, dirigiéndose a los que acusan a los obispos de querer sancionar las leyes civiles.

El actual presidente de la Confederación Episcopal Española, que lleva seis años en el cargo y opta a otros tres, llegó a decir que la asamblea se celebra "bajo el signo de la continuidad y la renovación institucionales", como si se viera ya seguro ganador de la contienda.

JORNADA ELECTORAL En realidad, esta mañana está previsto que dos tercios de los 77 prelados con derecho a voto renueven su confianza en Rouco y designen a su segundo, puesto para el que se barajan los nombres de los arzobispos de Toledo y Oviedo, Antonio Cañizares y Carlos Osoro, respectivamente, y del cardenal de Sevilla, Carlos Amigo. Por la tarde se elegirán los cuatro miembros que, junto al presidente, el vicepresidente y el secretario general del organismo, integran el comité ejecutivo de los prelados. El puesto de secretario, ocupado por un hombre de confianza del presidente, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino, no se renueva.

Si Rouco no lograra su propósito, el grueso de los votos podría aupar a Cañizares a la presidencia, aunque éste es un supuesto que, si bien se contemplaba antes del inicio de la plenaria, ayer prácticamente se descartaba. El titular de la diócesis de Toledo es uno de los guardianes de las esencias más rancias del catolicismo español y su ascenso abriría la puerta a una confrontación con el Gobierno de imprevisibles consecuencias, al que la mayoría de los votantes no desea exponerse.

Donde las cosas están más abiertas es en el ejecutivo. "Veremos si el sector conservador quiere ganar el partido por 4 a 0 o concede algún gol", señalan fuentes eclesiásticas.

Del ejecutivo salen, forzosamente, el arzobispo de Zaragoza, Elías Yanes, y el cardenal de Barcelona, Ricard Maria Carles, por razones de edad. El obispo de Bilbao, Juan María Uriarte, ha permanecido durante dos trienios en el comité y precisa del apoyo de dos tercios de los sufragios para poder seguir, algo improbable dada la alergia que los planteamientos nacionalistas provocan en el cuerpo electoral.