Los niños han vuelto a su hogar. Las familias intentan recuperar la normalidad, tras perder de golpe esta semana la custodia de sus hijos. Un doble incidente, que avergüenza a Irlanda, fruto de los prejuicios racistas y la histeria colectiva.

El lunes la Garda, la policía irlandesa, se llevó de su domicilio, en uno de los barrios más pobres de Dublín, a una niña de 7 años. La hija de los Waheed Mudah es rubia y tiene ojos azules. Sus padres, rumanos de etnia gitana, son morenos y de tez oscura. Esa diferencia bastó para sospechar que podía haber sido robada. Un día después, la escena se repitió en Athlone, una localidad en el centro de la isla. La policía retiró a Inacu Muntean y Loredaiva Sava, una pareja gitana, la custodia de su hijo de 2 años porque el color claro de los ojos y pelo es muy diferente al de sus progenitores. En ambos casos los vecinos alertaron a las autoridades, influidos sin duda por la cobertura mediática del supuesto secuestro del ángel rubio , una niña hallada en un clan gitano en Grecia.

Las pruebas de ADN han mostrado en el caso de Irlanda que las sospechas eran tendenciosas e infundadas. Los dos menores son hijos biológicos de sus respectivos padres, que han podido recuperarlos. "Me siento muy cansada después de lo ocurrido, pero feliz", decía la madre de la familia Mudah. "Ha sido muy duro. No queremos que algo así vuelva a ocurrirle a nadie", afirma una hija mayor. La pequeña, asegura, se negó a comer durante los tres días que estuvo retenida. La familia estudia posibles demandas legales.

Solo excusas

Desde el Gobierno todo son excusas. El primer ministro, Enda Kenny, niega cualquier atisbo de racismo. "No se debe interpretar como algo sobre un grupo o una minoría", sino de saber "si existen temores genuinos sobre la salud, bienestar y seguridad de los niños", señala. El ministro de Justicia añade "se actuó de buena fe". La Oficina del Menor investigará lo ocurrido.

En una carta abierta, el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa calificó ayer de irresponsables las informaciones sobre los niños de Grecia e Irlanda que insisten en el origen étnico de las familias y caen en los viejos mitos de los gitanos como raptores niños. "Esa información irresponsable puede tener efectos en la vida de millones de romanís y alimentar los ya generalizados movimientos antigitanos", dijo Nils Muiznieks.