Rusia reaccionó ayer con una indignación inusitada a las alegaciones formuladas por EEUU, Gran Bretaña y Canadá, de que sus redes de piratas informáticos habían atacado empresas farmacéuticas para de robar información sobre investigaciones en curso para obtener una vacuna contra el covid-19.

Consciente del prestigio internacional que adquirirá aquel país que consiga desarrollar la primera vacuna efectiva contra el virus, responsables rusos devolvieron los reproches y aseguraron que los países que les apuntan ahora con el dedo acusador lo que intentan en realidad es mermar la credibilidad de los trabajos que se están realizando en territorio ruso.

El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, desestimó las acusaciones: «No están apoyadas en pruebas», dijo. Pero esta vez, la reacción rusa más significativa procedió de Kirill Dmitriev, al frente del fondo de inversión soberano ruso. Según el mandatario, las alegaciones occidentales «no son más que una tentativa injusta de mermar la credibilidad» de la vacuna rusa. En este sentido, el país ha apretado el acelerador. Aprovechándose de que los tests médicos requieren menos tiempo en Rusia que en Occidente, Dmitriev había informado de que las pruebas de su sustancia en 38 seres humanos habían concluido con éxito, eran seguras y habían generado una respuesta inmunitaria suficiente para frenar el virus, anunciando a la vez que 30 millones de dosis iban a ser producidas antes de fin de año.