El cosmonauta ruso Mijail Tiurin batió ayer un curioso récord del mundo desde la Estación Espacial Internacional (ISS) al golpear una bola de golf que recorrerá, según las previsiones de la empresa patrocinadora del show, 3.360 millones de kilómetros durante cuatro años antes de desintegrarse al contactar con la atmósfera terrestre. Tiurin, con el incómodo traje espacial a cuestas, abrió la escotilla, salió al espacio, se encaramó en un mástil en postura acrobática y finalmente, con un swing prehistórico a una sola mano, logró su objetivo de impulsar la liviana bola. El patrocinador, una compañía canadiense de palos de golf y otros artículos deportivos, se dio por satisfecha de la publicidad.

LOPEZ-ALEGRIA, CADIE La operación, que se inició con retraso por problemas en los trajes espaciales, empezó poco después de la medianoche del miércoles, hora española, y se pudo contemplar en directo gracias a la televisión de la NASA. Michael López-Alegría, compañero de Tiurin en la ISS, ejerció de caddie sacando primero el palo --un hierro 6 recubierto de oro-- y luego colocando la bola en un tee fijo para que no se moviera. El alemán Thomas Reiter, el tercer tripulante, inmortalizó la operación con vídeo y fotografías, aunque la calidad no fue especialmente buena. Todo se desarrolló a unos 350 kilómetros de altura.

Aunque nunca había cogido un palo de golf, Tiurin cumplió el objetivo a la perfección. Eso sí, había cierto truco: como no hay rozamiento y la gravedad a esa altura es muy escasa, la bola salió disparada y estará dando vueltas a la Tierra hasta que acabe siendo engullida y destrozada por la atmósfera terrestre. El drive sera incluido en el Libro Guinness de los Récords, aunque la NASA opina que la bola tendrá una vida mucho más breve, posiblemente cuatro o cinco días.

La bola se fabricó en escandio para que fuera lo más liviana posible y solo pesara seis gramos, seis veces menos que las habituales. La NASA había puesto esta condición a Rosaviakosmos --la agencia espacial rusa, que alquila la ISS-- para evitar cualquier problema en caso de que saliera disparada fuera de control e impactara contra el complejo. También lleva en su interior un emisor para que sus señales puedan ser captadas por radioaficionados, aunque nada lo garantiza.

La experiencia, que se plasmará en un anuncio de la empresa patrocinadora (Element 21), es el segundo golpe de golf en la historia de la carrera espacial tras el de Sam Shepard.