Basta con llevar un calzado cómodo, tener una pizca de curiosidad y un teléfono móvil. Las rutas, guiadas o no, por la propia ciudad (o por una localidad vecina) son otra de las alternativas de ocio educativo de mayor aceptación entre los adolescentes. Aunque los acompañantes sean papá o mamá. Eso sí, mejor todavía si la ruta de descubrimiento se hace en grupo, con otros jóvenes a poder ser. «Al principio a los adolescentes quizás les cuesta animarse, pero a medida que avanza la actividad todos acaban implicándose», asegura Meritxell Carreres, de la empresa AdaptamBCN, que organiza visitas culturales adaptadas al gusto o las necesidades de los participantes.

«El móvil es necesario porque proponemos a los asistentes que realicen un gincana y es necesario que vayan haciendo fotos de determinados lugares para poder superar cada una de las pruebas», explica Carreres. Así, mientras la guía se queda «tranquilamente sentada tomando un café, pendiente del teléfono y de los mensajes que van llegando», los exploradores de la ciudad van descubriendo rincones desconocidos (que no vamos a revelar aquí).

Tamién «Es una idea que también pueden aplicar los padres por su propia cuenta», sugiere el psicopedagogo y especialista en adolescencia Jaume Funes. «Se pueden realizar paseos por el barrio, por ejemplo, mientras se toman fotos denuncia de cosas que estén mal o fotos más artísticas, que luego se van colgando en Instagram», sugiere Funes.

En Mataró, una de las alternativas es visitar los principales monumentos de la ciudad mientras se juega a Pokémon Go, explica Toni Aguilar. Todo un éxito. H