Con el paso del tiempo, nos vamos entrenando en identificar en nuestra vida todas aquellas personas que nos hacen daño, nos hieren y nos consumen toda la energía. Personas tóxicas que podemos identificar en nuestros padres, nuestros hermanos o nuestra pareja. Pueden estar dentro de nuestro hogar, en el trabajo o en la universidad. Nos afectan en mayor o menor medida y siempre, lo recomendable, sería no tener que lidiar con ellos o poner la máxima distancia posible. No es que no necesiten ayuda, sino que cuando la implicación emocional es demasiado alta y las dinámicas que tenemos con ellos son abusivas, difícilmente podremos ser nosotros los que proporcionemos dicha ayuda. De hecho, de hacerlo, podría ser usado en nuestra contra si adquieren aún más un papel de víctimas indefensas.

Sin embargo, podemos encontrarnos con que las relaciones que vamos estableciendo con los demás y con nosotros mismos pueden no ser buenas, sino que notamos vínculos que dañan, situaciones de desequilibrio y emociones negativas demasiado frecuentes, sin que realmente podamos atribuir al otro lo que está pasando. En estos casos, cabe preguntarnos si tal vez la persona tóxica no seamos nosotros mismos. Sería el momento de identificarlo y buscar la ayuda que necesitemos.

SEÑALES DE ALERTA

Cuando se trata de leer las señales en los demás puede resultarnos relativamente fácil. En cambio, en nosotros mismos todo se complica, ya que nuestra autoestima buscará protegernos y crearnos seguridad. Para ello justificará lo que hacemos y evitará que veamos la realidad. Colocarnos en una oposición abusiva daña nuestra autoimagen y tenderemos a negarlo.

Estas son las señales que debemos tener en cuenta para ver si somos una persona tóxica:

1. Todos me agreden

Mi autoestima se encuentra dañada, no me siento seguro y considero que las opiniones de los demás son agresiones. Me lo tomo todo como algo personal.

2. Soy una víctima

No creo tener control sobre lo que me ocurre y todos los problemas han venido impuestos por los demás. No asumo la responsabilidad de mis acciones.

3. Manipulación

Me tolero la frustración y necesito que las cosas salgan como yo quiero. Para ello me inventaré justificaciones que me permitan manipularte, incluso me creeré que es lo mejor para ti.

4. Puedo ser agresivo

Esto ocurre cuando la frustración es elevada, cuando me siento amenazado o cuando no haces lo que yo quiero. Te agrediré verbalmente y puede que también físicamente. Aunque luego me arrepentiré de ello.

5. Estoy siempre mal

Mis emociones siempre son negativas: siento tristeza, ira, envidia, frustración, culpa y remordimientos. Normalmente vivo en la queja y expreso constantemente a los demás lo mal que va todo. Para ello acapararé casi toda la conversación. Y si tú estás mal, yo estoy peor.

6. Críticas

La crítica sobre la vida de los demás es constante, especialmente cuando no están delante. Si criticas algo a la cara, es por su bien.

BUSCA AYUDA

Acabamos convirtiéndonos en las personas que somos a raíz de nuestra infancia, nuestra educación y las experiencias vividas. Esto hace que obtengamos unos esquemas mentales y de comportamiento que nos ayudan a enfrentarnos al mundo. Cuando estos esquemas son dañinos para nosotros o para los demás, siempre es necesario que busquemos ayuda especializada, fuera de nuestro círculo habitual. Las personas con las que estamos viviendo una relación tóxica, no podrán ayudarnos.

Vemos fácilmente el fallo en los demás, identificamos a aquellos que nos hieren y establecemos medidas de seguridad que nos protejan. Pero podemos llegar a olvidar que no somos perfectos y que también nosotros podemos convertirnos en personas tóxicas.