La delicada salud del Papa impedirá que participe en la mayoría de los actos religiosos de la Semana Santa, los más importantes del año católico. Se trata de la primera vez en su dilatado pontificado en que Juan Pablo II no intervendrá directamente en las celebraciones, que seguirá a través de un circuito cerrado de televisión. Esto no había ocurrido nunca antes, ni siquiera a causa del atentado de 1981, ni tampoco por sus sucesivas y posteriores hospitalizaciones.

La bendición "a la Ciudad y al Mundo" del Domingo de Pascua será el único acto de la Semana Santa en el que participará personalmente si su frágil estado de salud se lo permite. De acuerdo con la programación "de un día para otro" con el que se organiza la vida del anciano Pontífice, podría ser que el Centro Televisivo del Vaticano (CTV) mostrase a Karol Wojtyla mientras sigue este viernes por la noche el Vía Crucis, que se desarrollará en las inmediaciones del Coliseo. "Será al comienzo y al final del rito", manifestaron fuentes vaticanas.

Todos los demás actos han sido o serán presididos por los cinco cardenales que, en estas circunstancias, forman una especie de Gobierno en la sombra de la cúpula del catolicismo.

Las filtraciones médicas sostienen que Juan Pablo II se encuentra en "situación estable, pero de una gran fragilidad", por lo que el cuadro clínico de Wojtyla resulta particularmente complejo.

Se sabe que el Papa se alimenta a través de gota a gota, sistema con el cual se le administra también una buena dosis de antibióticos para evitar que contraiga cualquier infección. Además, a causa de una alimentación insuficiente, presenta síntomas de anemia, por lo que se le suministra hierro, que su organismo no tolera bien y le provoca náuseas y dolores de cabeza. A ello se añade el Parkinson que crea problemas de deglución y de respiración.

La desinfección de la cánula por la que respira le provoca, al parecer, síntomas de rechazo. A esto se une la contrariedad del anciano Papa, que había transformado la comunicación en una característica de su pontificado y que ahora debe mantenerse inactivo.

El nerviosismo con que se sigue en Roma cualquier novedad sobre su salud quedó en evidencia en los últimos dos días. Como por ejemplo cuando ayer, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, no acudió a la presentación del documental Sine Die (Sin Fecha) , sobre su vida.

El lunes por la noche, rumores incontrolados procedentes de las televisiones estadounidenses que se han desplazado a Roma, donde han movilizado a cientos de personas, sostenían incluso que había fallecido.

La falsa noticia provocó el desplazamiento inmediato de caravanas de vehículos con cámaras de TV hacia el Vaticano.