'Salvados' recupera este domingo (La Sexta, 21.30) la historia de los presos políticos que, finalizada la Guerra Civil, trabajaron en condiciones de esclativtud en multitud de las grandes obras de España. Para ello Jordi Évole conversa con dos trabajadores forzados, un periodista y dos historiadores, uno español y otro alemán.

Jordi Évole entrevista a dos de estos trabajadores forzados que nunca recibieron una reparación: Luis Ortiz y Nicolás Sánchez-Albornoz. Ortiz, que está a punto de cumplir los 100 años, cuenta al periodista la extrema dureza del trabajo y las miserables condiciones de vida que tenían esos presos: “El sistema era exactamente el mismo que hemos visto en los campos de concentración alemanes”. Ambos denuncian también la corrupción existente entre los mandos, que no tenían reparo en quedarse con el dinero destinado a alimentar a los presos.

Alquiler de trabajadores

El programa cuenta también con el testimonio del periodista Isaías Lafuente, quien narra cómo Franco ideó el Patronato para la Redención de Penas, que originó este sistema: “Era el negocio perfecto: no solo proporcionaba beneficios millonarios, sino que ahorraba costes”. Pero eso no acaba ahí: el régimen franquista también ‘alquilaba’ estos trabajadores forzados a empresas constructoras privadas, que se beneficiaron de esta mano de obra para crecer.

Évole visita una de esas obra, la presa del pantano de El Cenajo, conocida como “la tumba”. Cuenta el historiador Antonio Martínez Ovejero, que le acompaña en la visita, que se llama así porque “alberga embutidos en el hormigón los cuerpos de trabajadores forzados, muertos en accidentes”. Asimismo, el historiador denuncia que ni la Administración pública ni las empresas hayan reconocido el trabajo forzado. “Consideran que eran voluntarios que querían reducir sus penas”, se lamenta.

El caso alemán

Todo lo contrario que en Alemania. Allí, según el historiador alemán Ulrich Herbert, la presión de la opinión pública y la amenaza de grandes querellas provocó que el Estado y las empresas beneficiadas por el trabajo gratuito en tiempos de la Alemania nazi se vieran obligadas a reconocer el abuso y crear un fondo de compensación a los afectados.

Cierra el programa el testimonio de Ortiz, que se muestra “orgulloso de haber sido un esclavo del franquismo”. No obstante, lamenta que haya sido la justicia argentina la que haya tenido que investigar el caso, ya que la española se había desentendido. “Es lamentable que nuestros gobiernos no se hayan atrevido a reconocernos, porque perderían votos”, concluye.