Todas las alertas funcionaron "correctamente", pero la masiva intoxicación por el pollo precocinado contaminado de la marca Sada ha servido para aprender la lección y "extraer conclusiones prácticas". Así lo aseguró ayer la ministra de Sanidad, Elena Salgado, que presentó una batería de medidas encaminadas a prevenir crisis alimentarias similares.

La primera es incluir la salmonelosis en la lista de enfermedades de declaración obligatoria, un procedimiento que obliga a las autonomías a informar al Ministerio de Sanidad de la aparición de un brote. La tramitación se realizará por la vía de urgencia aunque la enfermedad haya aparecido en una sola comunidad y no en varias como hasta ahora.

La actual lista de enfermedades de declaración obligatoria incluye, entre otros males, el cólera, la gripe, la hepatitis, el sarampión y la varicela. En la próxima reunión del Consejo Interterritorial de Salud, Salgado propondrá a las autonomías incluir la salmonelosis. Con la medida, la red nacional de vigilancia epidemiológica "podrá estar puntualmente informada" de los brotes con el objetivo de que se acorten "los tiempos de reacción" frente a las infecciones alimentarias.

El funcionamiento será como siempre, pero más rápido: una vez que el ministerio esté informado, lanzará la alerta a las autonomías para que sean retirados del mercado los productos sospechosos.

LA FALTA DE INFORMACION Salgado hizo hincapié en un dato, que, a su juicio, confirma que las alertas funcionaron en la crisis del pollo. Según la estadística oficial, sólo el 20% de los afectados contrajeron la enfermedad después de que la primera comunidad en detectar el brote

(Valencia) comunicara la alerta a Sanidad. El 80% restante enfermó antes de que el departamento de Salgado tuviera constancia del brote.

Este último punto hace referencia a otro de los problemas que se han puesto de manifesto en la crisis del pollo contaminado: la falta de información. Pese a que, tras la alerta, se retiraron del mercado casi todos los productos de la marca Pollo asado Sada y Pimpollo, había personas que seguían cayendo enfermas. Esto se debe a que algunas víctimas notificaron sus molestias más tarde, pero también a que otros --sobre todo extranjeros-- estaban desinformados y comieron el pollo.

Para mejorar la información, Salgado propuso elaborar otro protocolo de alertas. El nuevo texto conllevará una mayor implicación de los ayuntamientos, que, según Sanidad, tienen "un acceso inmediato a los ciudadanos" y pueden prevenir con mayor facilidad que éstos compren en mercadillos los productos retirados de las grandes superficies. De hecho, el 30 de julio, dos días después de la alerta, un hombre compró un pollo contaminado en un mercado ambulante en Galicia.

El protocolo afectará a los supermercados y a las ONG que trabajan con inmigrantes para que comuniquen las medidas a los extranjeros que no hablan castellano.