TCtada dos o tres meses, el Anuario de La Caixa, el informe del BBV, las encuestas del CIS o los estudios del ASEP nos recuerdan los desgraciaditos que somos. Repasas las estadísticas y se te cae el alma a los pies: los extremeños seguimos siendo los más bajitos, los menos deportistas, los que más hijos y menos coches tenemos, los más trabajadores, los que menos vamos al cine y menos periódicos leemos, los que menos radio oímos y más televisión vemos, los que menos vidrio reciclamos, menos accedemos a Internet y, en fin, los más pobres de España.

Ahora acaba de salir otro informe y de nuevo nos sitúa a la cola de la modernidad. Resulta que somos la región española con un índice más bajo de parejas de hecho y de parejas homosexuales. Junto a esas cifras, están las de siempre: somos los que más nos casamos, los que menos nos divorciamos y los más católicos. En resumen: somos pobres, pero honrados si por honrado entendemos casarnos como Dios manda, mantenernos juntos hasta que la muerte nos separe y tener muchos hijos. Somos tan buenos que hasta ocupamos el farolillo rojo en ludopatía. Si atendemos a estos índices y echamos un vistazo a las cristaleras de los bares de nuestros pueblos, repletas de carteles anunciando viajes a Madrid para visitar el Cristo de Medinaceli, el Cerro de los Angeles, el santuario de santa Gemma Galgani y Xanadú, habrá que colegir que Extremadura es la región más de derechas de España. Y sin embargo, ya ven, pasamos por ser la reserva roja de Europa. De verdad, yo no lo entiendo... O sí.

*Periodista