El Vaticano denunció ayer lo que vino en califcar de "presiones inaceptables" de los medios de comunicación cara al cónclave. El secretario de Estado, Tarsicio Bertone, comparó la presión que hasta el siglo XIX ejercían las potencias católicas sobre los cardenales electores con "las evaluaciones que no captan el aspecto espiritual del momento que vive la Iglesia" e "intentan hacer entrar en juego el peso de la opinión pública".

El portavoz del papa, Federico Lombardi, dijo que se intenta "aprovechar la sorpresa y desorientación de los espíritus débiles para sembrar confusión y desacreditar a la Iglesia y su gobierno" mediante "la difamación, la desinformación, tal vez la calumnia.

Según Lombardi, se trata de "presiones inaceptables para condicionar el ejercicio del deber de voto de uno u otro" de los cardenales, "considerado no grato por una razón u otra".

Más que a lo publicado sobre el informe al Papa, la reacción vaticana sale al paso de las campañas en Estados Unidos e Irlanda para que los cardenales Mahony y Brady, acusados de encubrir casos de pederastia, no acudan al cónclave. ROSSEND DOMENECH