El arquitecto valenciano Santiago Calatrava inaugura hoy en Jerusalén su puente colgante, una obra que ha generado el rechazo de buena parte de la población pero que él considera "el más bello" que ha construido hasta ahora. "El aspecto más importante de este puente es que está en Jerusalén: una ciudad con un enorme significado, por ser probablemente la mayor encrucijada de religiones en el mundo", dijo a Efe el arquitecto español.

Precisamente, el carácter simbólico e histórico de la ciudad, que acoge los principales centros de peregrinación judíos y cristianos y algunos musulmanes, es el que ha desatado críticas hacia la obra arquitectónica, levantada con 4.200 toneladas de hormigón y acero de alta resistencia y de marcadísima modernidad. "En esta ciudad, hacer un edificio cien por cien o, incluso, ciento veinte por cien moderno como éste, es algo muy especial y más aún dedicarlo a algo tan moderno como el transporte público y dentro de esto, a un tranvía", explicó Calatrava.

Para él, la monumental obra, que traza una larga curva de 360 metros y está sostenida por 70 cables de acero blanco que cuelgan de un mástil de 118 metros de altura, "es un puente de hoy en contraste con el carácter histórico y cultural de la ciudad. El diálogo entre ambos es una parte importante del trabajo".

Calatrava entiende que Jerusalén tiene una imagen de ciudad amurallada, pero es también moderna, con un índice de crecimiento altísimo y cada vez con más turismo. Por eso, para él "es fundamental que tenga un carácter moderno. Es evidente que hay un contraste, pero (el puente) es un testimonio auténtico de nuestra época", añadió.

Un contraste que no ha gustado a buena parte de los jerosolimitanos, que lo critican por su ubicación, su gran tamaño, su "fealdad" y su modernidad y han llegado a calificarlo de una muestra de "ego municipal" del actual primer ministro, Ehud Olmert, que encargó el puente cuando estaba al frente de la Alcaldía (1993-2003). Para Calatrava, es muy importante que la población "comprenda que hemos hecho todo lo posible para combinar una pieza y técnica moderna con el carácter de la ciudad" y espera que, "una vez que el puente empiece a funcionar, se acostumbre a él".

La inauguración, esta noche, del puente es el punto álgido de las celebraciones del 40 aniversario de lo que los israelíes consideran la "reunificación" de la ciudad y los palestinos y la mayoría de la comunidad internacional como la ocupación israelí de la parte este de Jerusalén. Durante toda la tarde permanecerá cerrado el principal acceso a Jerusalén con motivo de la ceremonia "Aleluya", en la que actuarán cientos de bailarines y músicos y la obra será iluminada por el reflejo de fuegos artificiales en presencia de Olmert.

El arquitecto español evita la polémica y asegura que ve los puentes como "instrumentos de paz" que "unen lugares que estaban separados y permiten que la gente se encuentre".

Otra controversia surgida alrededor del imponente puente se refiere al tranvía que lo atravesará, pues se dirigirá a los asentamientos judíos del este de la ciudad y pasan por territorio palestino ocupado, a los que, además, apenas prestará servicio. Para Calatrava, el proyecto "va a unir barrios árabes con otros barrios de la ciudad. Este tipo de obras tiene ese destino; son obras que unen a la gente".

Los israelíes han buscado una inspiración bíblica en el diseño de Calatrava, con sus 10.000 metros de cables blancos de acero, y aseguran que su forma se asemeja a un arpa, instrumento que tocaba el Rey David y que se asocia con el salmo 130:3 del Antiguo Testamento, que reza: "Adorarle con el arpa y con la lira". El genio español, sin embargo, no revela de dónde procede su inspiración, aunque le alegra escuchar "a la gente decir que parece un corazón o una jaima en el desierto", ya que "es bonito cuando el puente habla a la gente y le sugiere imágenes".