"No puede haber una democracia moderna sin una prensa económicamente viable que se dirija al mayor número de lectores posible". Con estas palabras justificó ayer el presidente francés, Nicolás Sarkozy, el inminente lanzamiento de un plan para apoyar a la prensa escrita ante la doble crisis que padece. Al contexto económico desfavorable se suma una crisis estructural del modelo informativo a causa del auge de las nuevas tecnologías, especialmente de internet. Por eso, además de ayudas de urgencia para capear la caída de ingresos publicitarios, el Estado francés ayudará --con una inyección de 600 millones de euros en tres años-- a las empresas que innoven e inviertan en la red.

En el acto de clausura de unas jornadas de debate sobre el futuro de la prensa, Sarkozy acompañó la presentación del plan con un discurso inflamado. "No asistiré impotente a la desaparición de los grupos de prensa. La prensa libre e independiente constituye una herramienta de la democracia", argumentó al tiempo que recordaba que "la primera condición para la independencia es la autonomía económica".

Una autonomía que prestigiosos diarios de ámbito nacional como Le Monde (con una difusión de 344.000 ejemplares) o Liberation (133.000) han visto seriamente comprometida a causa de la pérdida paulatina de lectores en los últimos años. Y no es que los índices de lectores estén por los suelos en Francia, puesto que mientras la prensa diaria pierde comba, los semanarios de información --como Nouvel Observateur -- gozan de buena salud, con una difusión que supera el medio millón.