Mientras el mundo árabe se encuentra en plena efervescencia revolucionaria, en Francia, el presidente Nicolas Sarkozy ha decidido abrir un melón potencialmente tan explosivo como el del islam. Envalentonado por el consenso alcanzado en torno de la prohibición del velo integral, lanza ahora un debate sobre el lugar de la religión en la República con el objetivo de fijar las reglas de una práctica que afecta a los seis millones de musulmantes que viven en el país.

Se trata de la segunda iniciativa del presidente en el terreno identitario con el objetivo de frenar el auge de la extrema derecha a caballo del mensaje antiislamista de la nueva líder del Frente Nacional, Marine Le Pen. Ayer, un sondeo del instituto Ifop para el diario France Soir confirmó esta tendencia. La encuesta indica que la hija del histórico dirigente ultra obtendría un 19% de los votos, tan solo tres puntos por debajo de Sarkozy (22%) en la primera vuelta de las presidenciales. El socialista y actual presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn cosecharía el 26% de los sufragios.

Estos datos se añaden a la pertinaz caída de la popularidad del presidente, que apenas supera el 30% de apoyos entre los franceses. A un año de las presidenciales del 2012, estos indicatores han disparado la alarma en el Elíseo. "El islam será uno de los temas estrella de las elecciones", afirmó un diputado de la mayoría gubernamental, la UMP, tras participar en una reunión con Sarkozy. El debate será liderado por el secretario general de la UMP, Jean-François Copé, impulsor de la ley antiburka.