Danzan, se comunican por señales olorosas, se reparten el trabajo y tienen buena memoria. Por sus habilidades sociales, las abejas se parecen más a los humanos que a los otros animales. Sin embargo, su cerebro tiene una millonésima parte de las neuronas del nuestro.

La explicación de la sociabilidad de las abejas podría estar escondida en los 10.157 genes de su ADN, según concluyen los investigadores participantes en la secuenciación del genoma de la abeja, publicado en la revista Nature . La sociogenómica, una disciplina recién nacida que pretende hallar las bases genéticas de la sociabilidad, da un paso adelante, pero al mismo tiempo despierta controversias.

Cuando una abeja vuelve al panal tras haber descubierto una fuente de alimento, se retuerce delante de sus compañeras, emitiendo sonidos y olores. Esta danza representa el único ejemplo de lenguaje simbólico utilizado por animales que no son primates. Su objetivo es comunicar la posición de los alimentos con respecto al Sol y su distancia al panal. Este es solo un ejemplo de las complejas interacciones sociales entre abejas. Sus comunidades, por ejemplo, tienen unas castas muy claras: las reinas viven hasta dos años, 10 veces más que las obreras; las primeras producen unos 2.000 huevos al día, mientras que las segundas nunca se reproducen.

La secuenciación del genoma de la abeja, llevado a cabo por un consorcio internacional de investigadores, pone de manifiesto que muchas habilidades sociales surgen de los genes. El equipo de Hugh Robertson, de la Universidad de Illinois, ha revelado que la abeja tiene más del doble de genes receptores del olor que los otros insectos con el genoma secuenciado, el mosquito y la mosca del vinagre. Además, el equipo de Martin Beye, de la Universidad de Düsseldorf, ha detectado que la abeja tiene genes especiales relacionados con el uso del polen y del néctar. Por ejemplo, el gen amarillo, utilizado para generar la jalea real, una secreción rica en nutrientes que hace que las larvas se desarrollen como reinas. Se trata de un caso claro donde se reflejan la estructura del genoma y la estructura social.

Según la casta social

Sin embargo, el resultado más impactante es el del equipo de George Weinstock. Los investigadores han descubierto al menos 65 puntos del ADN que codifican moléculas de forma distinta en función del papel social de la abeja, generando distintos estilos de vida. Estos resultados se suman a los descubrimientos relacionados con la sociabilidad de otros animales. En el 2004 se comprobó que las ratas de campo cambiaban de promiscuas a monógamas con solo implantarles un gen.