"Existe todavía un futuro para los diarios de papel". Y Andrea Corbini, de 52 años, se va, arrancando con su furgoneta rebosante de periódicos para seguir el itinerario cotidiano. Corbini no viaja al azar por las calles de Milán, sino que sigue un recorrido prefijado, parecido al de las líneas del metro. Empieza cada día a la misma hora, las nueve y cuarto, y a cada hora se encuentra en el mismo lugar. "Una certeza", afirma algún vecino.

En el pasado, Corbini regentó varias librerías y concedió otras en franquicia, por lo que el papel forma parte de su vida profesional. Su filosofía con los diarios es elemental: "La sociedad ha cambiado, ahora existe la información digital, pero no está dicho que el papel deba permanecer parado". Siguiendo el itinerario prestablecido, se planta frente a cada quiosco cerrado alguno desde hace 40 años y vende diarios desde su Quisco, nombre dado a la iniciativa. Además, Andrea está contento, porque no tiene costes, gasolina aparte. "No hay basura, no tengo que pagar por ocupación del suelo público y el servicio es funcional", cuenta. "Los diarios digitales no me dan la misma satisfacción", explica un cliente.

Días atrás un periodista que sigue la situación de la prensa se preguntaba si desaparecerán primero los diarios de papel o los quioscos, entendiendo estos como lugares de venta de diarios y revistas. Tal vez el final vaya parejo, a no ser que prospere una actualísima iniciativa del diario 'Corriere della Sera', que ha convocado un concurso de arquitectos para el futuro de los quioscos. En abril se conocerá el vencedor.

Mientras, si en el 2007 en Italia se vendían 5,5 millones de diarios por día, el pasado noviembre descendieron por debajo de los dos millones y desde el 2010 los quioscos han bajado de 18.000 en todo el país a 14.000, es decir más lentamente. Principalmente y gracias a la circunstancia de que los quioscos ya "venden de todo", desde cargas telefónicas, bebidas, servicios de bancomat, cuentos de hadas, souvernirs... y hasta algún diario.

Siete finalistas

El concurso del 'Corriere della Sera' ha seleccionado siete finalistas para el "quiosco del futuro". Uno es de un libanés, otro de un colombiano, un tercero de un chino, el cuarto de un francés, el quinto y el sexto de italianos y el séptimo de la arquitecta Benedetta Tagliabue, afincada en Barcelona.

Los siete proyectos tienen algún denominador común: la evolución del quiosco, la atracción y la modernidad, además de su identificación con el lugar donde se encuentra. Todos ellos son entendidos como un espacio común que los ciudadanos pueden compartir por un rato.

Uno los proyectos prevé que se pueda ampliar o reducir, según la necesidad y comprende un minibar (todos los aspirantes lo incluyen), un punto de información urbana y de recogida de paquetes, una zona relax, biblioteca y un almacén de diarios viejos. Otro, además, apunta a un espacio para juegos de mesa y a un uso nocturno para espectáculos adecuados. Un tercero, concebido como un túnel se presenta como una galería multiuso, ya que, de acuerdo con las estaciones, se podrá abrir o cerrar más o menos hacia el exterior. Otro se presenta con formas cilíndricas y espacio para que los ciudadanos puedan compartir su tiempo. Hay quien planteade dos pisos: el más alto es una estancia en vidrio, una terraza con biblioteca. El último se construye y transforma como un juguete de Lego y, además de cuanto prevén los otros, incluye la venta de helados, el aparcamiento de bicicletas, plantas y puntos de carga eléctrica para toda suerte de aparatos. Todos exponen también diarios y la mayoría prevé que se puedan leer y compartir en el lugar.