El ser humano nace y se va desarrollando en base a un grupo de emociones básicas, imprescindibles para nuestra supervivencia y necesarias en el futuro para poder crecer, realizarnos y lograr nuestros objetivos. Nos ayudan a interaccionar con los demás, tener una vida social y establecernos en comunidad, a la vez que logramos un equilibrio con nuestra autonomía y nuestra independencia.

Nuestras emociones se encuentran perfectamente conectadas en nuestra infancia, en los primeros años. Reaccionan ante los eventos donde esa emoción es plenamente adaptativa y tiene una utilidad. Por ejemplo, cuando existe una pérdida, los niños responden con la tristeza, la emoción correspondiente, pero no con alegría. A medida que crecemos, que nos educamos en sociedad y en nuestra cultura, esas emociones pueden dejar de obedecer a esas situaciones en las que son útiles y derivar a disfunciones. Esto no quiere decir que la persona no sienta de forma correcta la emoción, sino que al aparecer en una situación que no es la adecuada, no nos ayuda sino que puede perjudicarnos. Son los casos en los que la rabia sustituye al miedo, la alegría al orgullo o la tristeza al miedo. Sin embargo, de la misma forma que en la infancia estaban conectadas, podemos volver a hacerlo en la etapa adulta, logrando así que nos puedan ayudar a alcanzar un mayor bienestar.

CONECTAR CON NOSOTROS

El ser humano logra conectar con decenas de emociones, especialmente según va creciendo y las va desarrollando. Estas emociones son elaboradas y surgen como conjunción de las seis básicas y sus diferentes grados. La rabia puede tener diferentes formas, según cómo la sienta la persona, y, además, se combina con las demás para ir produciendo otras emociones. Sin embargo, si la forma que tenemos de entender las seis iniciales y nuestra manera de gestionarlas no es la correcta, las que se generen a partir de estas, también nos pueden perjudicar. Es por eso, que la base de nuestra inteligencia emocional reside en entender y controlar las básicas, para después poder pasar a las siguientes.

Las seis emociones nos ayudan a relacionarnos, estar mejor con nosotros mismos y alcanzar un mayor bienestar:

1. Miedo

El miedo es la emoción de la seguridad. Aparece en aquellos casos en los que anticipamos una amenaza y nos protegemos para evitar daños. Dicha amenaza no está en el momento presente, no estamos, por ejemplo, siendo agredidos en ese instante, pero sí creemos que en un futuro correremos peligro.

Cuando no hay una amenaza real o cuando el miedo es demasiado elevado, no estamos usando correctamente la emoción y, por tanto, no nos estará ayudando.

2. Tristeza

La tristeza obedece a aquellas situaciones donde ha habido una pérdida o donde algo no ha alcanzado nuestras expectativas. Lo que hace en esos casos es buscar el desarrollo y las formas posibles de solucionar el problema. Aunque, en algunos casos, la solución únicamente implica la aceptación.

3. Rabia

La rabia es entendida en su gradiente neutro, no como explosiones. Eso ocurre en aquellos casos donde no es controlada por nosotros sino que es la propia rabia la que se apodera de nuestra razón. Esta emoción busca parar las agresiones y las injusticias para restaurar el equilibrio.

Si me encuentro en una situación donde alguien vulnera mi integridad, paro la situación desde la rabia, de forma calmada. Igual que si hay una injusticia. Esto debe hacerse en el momento en el que se produce dicha agresión. Si esa agresión queda atrás en el tiempo, la emoción correspondiente no sería la rabia.

4. Orgullo

El orgullo es la admiración, la propia y la dirigida hacia los demás. No se refiere ni al ego ni a la falta de humildad, sino que puede entenderse más bien como el estado óptimo de autoestima. Es la emoción que nos hace estar satisfechos de nuestros logros y buscar alcanzar otros mayores. Busca el respeto y que nos respeten los demás.

5. Amor

El amor aparece cuando encontramos el bienestar con los demás, con aquellas personas que se lo merecen, que nos hacen sentir bien. Es librarse de la toxicidad y de la entrega ciega. Es encontrar el equilibrio entre cuidar y que nos cuiden.

6. Alegría

La alegría es la emoción que aparece en aquellos momentos en los que todo está bien, en los que compartimos, recibimos regalos, tenemos instantes de felicidad. Es una emoción que aparece solo cuando las cinco anteriores han encontrado su lugar.

Sentimos nuestras emociones de forma genuina y las vamos asociando a situaciones en función de nuestra educación y nuestra experiencia. Aunque en la infancia estén conectadas y siempre busquen nuestro mayor bienestar, con el paso de los años puede distorsionarse y ser asociadas a momentos en los que, de conectar con otra emoción, podríamos gestionarlo mejor y alcanzar un mayor desarrollo. Entender esto, respetar lo que sentimos y buscar una mayor coherencia, nos ayudará a estar mejor con nosotros mismos y con los demás.

* Ángel Rull, psicólogo.