Los equipos de rescate trabajaban ayer a la desesperada y a contrarreloj tratando de encontrar a supervivientes atrapados entre los escombros tras el terremoto que el miércoles azotó al centro y al sur de Perú y que dejó un rastro de muerte y destrucción. Anoche, el saldo provisional de víctimas mortales, facilitado por los bomberos, se elevaba a más de 500 y había también 1.600 heridos. El Instituto de Defensa Civil de Perú cifró, además, en 80.000 el número de damnificados.

Las ciudades de Pisco, Ica, Cañete y Chincha fueron las más afectadas por el terremoto, que tuvo su epicentro en el mar, a 167 kilómetros de la costa, y que también se hizo sentir en Lima.

REVISION AL ALZA Ocurrió a las 18.41 hora local (1,41 en España). La tierra tembló durante 2 minutos y 15 segundos. Siguieron más de 100 réplicas. Algunas se sintieron incluso ayer. El Instituto de Geofísica de EEUU, que monitoriza los seísmos en todo el mundo, revisó y elevó ayer a 8 grados de la escala de Richter la magnitud del terremoto del miércoles.

El jefe del Instituto de Defensa Civil de Perú, Luis Palomino, teme que el número de víctimas ascienda considerablemente. La ciudad de Pisco ha quedado destruida en un 80%.

El presidente, Alan García, declaró de inmediato el estado de emergencia, instó a la población a mantener la calma y pidió a los ciudadanos que se alejaran del litoral por el peligro de un maremoto. El Centro de Advertencia de Tsunamis de Hawai había dado una alerta pero se canceló horas después.

Lima también fue sacudida por el temblor. Varios edificios sufrieron grietas y se vivieron escenasde pánico entre la población,que abandonó apresuradasus hogares y lugares de trabajo.Muchos pasaron la noche en lascalles. Dos personas murieron deinfarto.

El ministro de Salud, CarlosVallejo, voló de inmediato a Pisco,a 351 kilómetros al sur de lacapital, donde se concentra elmayor número de muertos. Allí,los bomberos tuvieron que trabajara tientas en la oscuridadpor la falta de electricidad. “Estoes desolador”, dijo el ministro.“Tanto esfuerzo y ya no quedanada”, afirmó, impotente, el alcalde,Juan Mendoza Uribe. Elpanorama provocaba escalofríos:la mayoría de las casas en ruinas,los hospitales y las líneas telefónicascolapsados, la falta dedonantes de sangre, la escasezde agua potable, los muertos yheridos en las calles y en la plazade Armas porque no hay morgue.“Traigan ataúdes, ya. Llamen alas funerarias”, se oyó gritar aGarcía, al llegar al mediodía deayer a Pisco. El presidente luegofue hacia Ica. El panorama eraigual de desolador. Con la infraestructurafísica destruida enun 80%, el Gobierno debió esforzarseen el establecimiento deun puente aéreo para llegar a laspoblaciones afectadas.

SOLIDARIDAD / La carretera Panamericanaes la única vía que comunicala zona devastada con lacapital. Los buses que la recorrenaumentaron los precios de suspasajes, una maniobra que fuecondenada por las autoridades.Las radios y las televisiones localespusieron en marcha unared de solidaridad. La ayuda internacionalse movilizó inmediatamentedesde varios países. LaONU anunció ayer que destinaráun millón de dólares (algo másde 745.000 euros) a asistir a losdamnificados. “En los últimos50 años no se había vivido untemblor tan fuerte”, aseguró eljefe de sismología del InstitutoGeofísico, Hernán Tavera.

Para los especialistas, el desastredel miércoles volvió a ponerde manifiesto que este es un paíscon poca capacidad de previsión.En el último medio siglo, Perúya fue escenario de otros episodiostrágicos. El más espeluznantetuvo lugar el 31 de mayo de1970. Aquel día, la región de Ancashy zonas aledañas sufrieronun seísmo de 7,5 grados quecausó 75.000 muertos. En 1990,1991, 1996, 2001 y 2005 se sucedieronotros terremotos. En total,murieron 306 personas.El Gobierno español puso enmarcha un operativo de emergenciay está en contacto con lasautoridades de aquel país paraevaluar las necesidades y enviarla ayuda de forma rápida.