Tras más de tres décadas de existencia en las que apenas ha sufrido alteraciones sustanciales, la prueba que regula el acceso a la universidad, la selectividad, se modificará en profundidad en junio del 2010, coincidiendo con la incorporación del sistema universitario español al espacio europeo de educación superior. Los dos ministerios implicados en el diseño de la prueba, Educación y Ciencia, han optado por sustituir la prueba única actual por un examen en dos fases, aunque solo la primera de ellas será obligatoria. La segunda se reservará para aquellos que aspiren a mejorar la calificación.

Enfrentarse a la denominada fase general será más asequible que ahora, al menos si se mantiene el nivel de dificultad de las pruebas, puesto que el examen constará de cuatro ejercicios, frente a los seis de ahora, y para aprobarlo bastará sacar un 4 de media, al igual que ahora. La prueba será más breve, con 7,5 horas de examen frente a las más de 10 actuales.

Por contra, en la fase específica, optativa, en la que aún no está claro de cuántas asignaturas relacionadas con la temática de los estudios universitarios que desea cursar podrá examinarse el alumno, se exigirá un 5 en cada una de las materias para darlas por superadas, algo inédito hasta ahora en la selectividad.