El uso de aparatos de aire acondicionado, el cloro de las piscinas y una mayor exposición a la acción del viento en verano aumenta el riesgo de sequedad ocular.

Según el doctor Jesús Merayo, investigador del Instituto Universitario de Oftalmología Aplicada (IOBA) de Valladolid, la sequedad ocular incrementa el riesgo de conjuntivitis alérgica, por lo que la humedad ocular que producen las lágrimas tiene un efecto protector frente a posibles desencadenantes de esta enfermedad.

Otros desencadenantes de la conjuntivitis alérgica son el humo del tabaco, los disolventes, la contaminación industrial o el humo de los motores diésel.

En cuanto a las conjuntivitis por alergia al polen, los especialistas recomiendan que se deben tener precauciones en lugares de montaña, debido a la alta polinización durante el verano.

Los pacientes con conjuntivitis alérgica estacional, cuya prevalencia se ha duplicado en la última década, tienen algunas limitaciones en el desarrollo de sus actividades cotidianas debido a los síntomas de la patología, como enrojecimiento y picor ocular, fotofobia o lagrimeo.