Mucho se ha escrito sobre el misterio de las últimas palabras que pronunció justo antes de morir el capitán del Titanic, Eduard John Smith. Las versiones que más concuerdan entre sí aseguran que encadenó dos frases breves, aunque difieren en qué dos frases. Unos dicen que fueron: "Sed británicos, chicos. Sed británicos", y otros afirman que fueron estas: "Sed británicos, chicos. Sed valientes". Luego, según las versiones, se encerró en la cabina de mando y se pegó un tiro en la cabeza, o se encerró en la cabina de mando para morir luego ahogado, o aguantó hasta el final y murió congelado en las heladas aguas del Atlántico. Lo que parece claro es que sí llegó a pronunciar aquello de "sed británicos"; algunos creen que se refería a la famosa flema: calma, impasibilidad, señorío. Y educación.

Que las últimas palabras de un hombre al borde de la muerte recomienden educación es muy significativo, pero es que además parece que la mayor parte de los británicos a bordo se portaron esa noche como auténticos caballeros. Calmados, impasibles, señoriales. Que no se diga sobre sus tumbas que no eran súbditos de Inglaterra hasta la médula.

Dos maneras de pensar

Dos investigadores australianos y uno suizo acaban de publicar un estudio en el que demuestran que una buena parte de las muertes británicas durante el naufragio del Titanic --la madrugada del 15 de abril de 1911-- tuvieron que ver directamente con la buena educación: hicieron de forma cortés la cola para acceder a los botes salvavidas --después de dejar pasar a mujeres y niños, claro-- y murieron así, esperando. "En Inglaterra estaban en plena era eduardiana, y en ese entonces la caballerosidad era uno de los valores más importantes", dice uno de los autores del estudio, David Savage, de la Universidad de Queensland (Australia).

Savage y sus compañeros, Bruno Frey y Benno Torgler, intentaron documentar en su trabajo los factores que jugaron a favor de la supervivencia a bordo del Titanic, y encontraron, por ejemplo, que la máxima de "las mujeres y los niños primero" se cumplió a rajatabla; que ser mujer, llevar un niño al lado y estar en edad reproductiva era la mejor garantía de salir con vida, y que las posibilidades de salvarse siendo pasajero de primera o segunda clase eran mayores --por el acceso a la información, y a las personas con capacidad de decisión, pero también porque estaban más cerca de la cubierta de los botes salvavidas.

También descubrieron que "los miembros de la tripulación emplearon sus ventajas de acceso a la información y a los recursos para generar más posibilidades de supervivencia", según el informe.

"Los americanos tuvieron las mayores posibilidades de sobrevivir", escribieron los tres investigadores. El informe dice que ser estadounidense suponía un 8,5% más de probabilidades de vivir, cifra que en los británicos era del 7%.