Sólo Sarah Jessica Parker (foto) podría ponerse un chaleco rosa y un tutú blanco --que lo ha hecho-- sin que se le recomiende una visita urgente al psiquiatra. Es más, si saliera a la calle con un vestido de cóctel y bata de boatiné, la intelligentsia de la moda seguiría creyendo que no hay nadie más fashion que la protagonista de Sexo en Nueva York (Canal+ y A-3).

Dos síntomas de la parkermanía: hay webs en las que se venden los artículos que lleva en la serie, y en Manhattan se organizan tours por las tiendas donde su personaje, Carrie Bradshaw, suele dejar la Visa al borde de la extremaunción.

No hay supermodelo con tanta influencia como esta periodista ficticia que escribe columnas sobre sexo. "Sarah Jessica es más que una top --se jacta la diseñadora y estilista de Sexo en Nueva York , Patricia Field--. Es muy importante para los modistos que ella lleve su ropa en la serie". Más que nada, porque quedarse fuera del ropero de Carrie puede disparar las migrañas entre los creadores. ¿Los de cabecera? Dolce & Gabbana, Fendi, Dior, Chanel, Chloe, Prada, Cavalli, Jimmy Choo y el diseñador de zapatos canario Manolo Blahnik, quien ya le ha dedicado un modelo de manolo, el SJP. Los manolos cuestan entre 500 y 2.500 euros.

Las cuatro protagonistas de la serie tocan diferentes palos estéticos. Carrie es la fashion que pone de moda todo cuanto se cuelga. Samantha (Kim Cattrall) va de sex bomb sin matices. Charlotte (Kristin Davis) es la niña de papá que siempre va con el bolso y los zapatos adecuados. Y Miranda (Cynthia Nixon) ocupa el lugar de la andrógina chic.

GRUPO DE ESTILISTAS

Sólo para Sarah Jessica Parker, el equipo de estilistas de la serie elige 50 prendas por capítulo. A grandes trazos, éste es su libro de estilo. Uno, mezclar artículos baratos con los de grandes firmas (por ejemplo, llevar un pañuelo por falda y un top de Chanel). Dos, mimar los bolsos. Y tres, gastarse el dinero de la universidad de los hijos en zapatos. Cuando más caros, altos e incómodos, mejor. Alguna visita al podólogo le habrá costado a Parker tener a diseñadores, estilistas y analistas de moda a los pies de sus manolos.