Jaume Girbau, de 44 años, tiene una malformación congénita y va en silla de ruedas. El llanto fue la única respuesta que obtuvo cuando, de joven, se decidió a acudir por primera vez a una prostituta. Desde entonces, no ha vuelto a ir a ninguna más por miedo a que le suceda lo mismo.

Al igual que muchos de los que se encuentran en su situación, Jaume echa de menos que la sexualidad en personas con diversidad funcional deje de ser un tabú. "La gente piensa que somos como ángeles asexuados, pero tenemos la misma necesidad sexual que cualquier otro individuo", dice Jaume. "Incluso los presos tienen más libertad con los vis a vis", denuncia.

La falta de información puede hacer que la sexualidad se convierta en una barrera ante las personas que sufren discapacidad. Muchas veces es el propio discapacitado quien tiene que formarse sexualmente con el día a día, ya sea porque sus padres o am padres o amigos no tienen conocimiento sobre el tema, o bien porque no reciben ninguna enseñanza por parte de expertos. Es por esto que semanas atrás la Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos (Aspaym), bajo el lema Diversexualidad, romper tabús para vivirla, organizó una jornada para hablar de sexualidad y discapacidad.

"La única limitación es la que se pone uno mismo, por eso hay que tratar la sexualidad con absoluta normalidad y de forma más distendida", expone la presidenta de Aspaym, Patricia Carmona. Una lesión medular por un accidente deportivo, practicando gimnasia artística, dejó a Carmona en silla de ruedas, pero la mujer de 30 años tiene muy claro que el único problema que puede existir en la sexualidad discapacitada es "no conocer el propio cuerpo y, por lo tanto, no saber cómo dirigir a la otra persona durante el acto". Asimismo, "hay personas con discapacidad que opinan que solo pueden tener relaciones con sujetos que se encuentran en su misma situación. Yo he estado con todo tipo de mujeres y puedo asegurar que esto no es cierto", añade Jaume.

LA ASISTENCIA SEXUAL La asistencia sexual es una figura que está ganando fuerza en España para satisfacer los deseos sexuales de personas con diversidad

funcional. "Yo lo que hago es ayudar a personas discapacitadas a desarrollar su sexualidad.", afirma Montse Neira, una de las pocas asistentas sexuales que existe en España.

Aunque esta actividad solo se ha autorizado en nueve países (Alemania, Austria, Suiza, Holanda, Bélgica, Dinamarca, Italia, EEUU y Australia), en España existen asociaciones como la de Sex Asistent Catalunya que se dedican a potenciar esta figura. "La asistencia sexual es una buena propuesta para personas con diversidad funcional que no pueden satisfacer de otra forma sus intereses sexuales", defiende el miembro de Sex Asistent Rafael Reoyo. A su vez, "es un servicio que puede ayudar a que el discapacitado se sienta más seguro de cara a futuras relaciones", añade la presidenta de Aspaym.

No obstante, esta práctica también tiene sus inconvenientes. Uno de ellos es la dependencia que puede crear en el discapacitado hacia su asistenta, especialmente cuando se acude a ella con mucha frecuencia. Y aunque es un servicio tanto para hombres como para mujeres, el género femenino puede tener más problemas. "La asistencia sexual para mujeres acostumbra a ser más complicada que en los hombres, ya que ellas, cuando sienten placer, desarrollan más sentimientos que los varones", concreta la sexo-pedagoga Kathrin Agthe.

MAS ALLA DE LO GENITAL Además de los tabús, otros aspectos que influyen en la forma de vivir la sexualidad son el tipo de discapacidad, el grado de afectación, o bien si la discapacidad es adquirida o congénita. En la mayoría de los casos se acostumbra a priorizar una sexualidad no genital, sobre todo cuando se trata de discapacidad física, ya que la falta de sensibilidad o movimiento se puede convertir en un hándicap. En esta situación se encuentra, por ejemplo, Xavier Duacastilla, quien sufre poliomelitis desde los 8 meses y tiene una mujer con esclerosis. Ambos presentan una limitación de movimiento, por lo que dan más importancia a otras cosas "como las caricias, las miradas o la comprensión, en lugar de una sexualidad genital", admite Xavier, de 52 años.

A pesar del tópico el físico no importa, las personas discapacitadas afirman ser conscientes de que deben fortalecer otros aspectos para suplir las carencias físicas. "No somos cuerpos que atraigan, por eso tenemos que potenciar nuestra forma de ser", dice Jaume. Y es que "aunque se viva de forma distinta", dice Carmona, "la sexualidad es una parte muy importante de la vida de cualquier ser humano que no se puede anular", concluye la presidenta de Aspaym.