El pabellón español recibió la medalla de bronce en el concurso de Arquitectura de la Expo de Shanghái que concluye hoy como la más visitada de la historia. El pabellón-cesto es un esqueleto metálico sinuoso recubierto de mimbre que desde buen principio llamó la atención incluso en un contexto de excentricidades arquitectónicas. El edificio costó 18 millones de euros y fue diseñado por Benedetta Tagliabue, del estudio barcelonés EMBT. El oro fue para Reino Unido con un futurista pabellón de 60.000 varillas transparentes rellenas de semillas que lo asemejan a un puercoespín.

El premio al pabellón español redondea el éxito de visitantes. Hoy está previsto que alcance los siete millones, dos más de los previstos por la organización. Esta semana se supo también que el futuro Museo de la Expo se quedará a Miguelín, el icono español en la Expo. Miguelín es un bebé articulado de seis metros y medio que despedía a los visitantes, pensado por la cineasta Isabel Coixet y construido por el taller estadounidense responsable de los bichos de Alien o Predator. Es una buena noticia por el honor que supone y el ahorro de los costes del traslado a casa y su carísimo mantenimiento.

La Expo de Shanghái acaba seis meses después con el rutinario listado de récords que acompañan los eventos en China. Es la más grande, la más cara y la más visitada. Internet ha deslegitimado como escaparate mundial de patentes a las expos, abocadas en los últimos tiempos al gigantismo. China no abrió el camino, pero ha llegado más lejos que nadie. Con los números en la mano, la Expo de Shanghái ha sido un éxito rotundo.

COLAS DE HASTA SEIS HORAS Esta semana, con exactitud matemática, se superaron los 70 millones de visitantes que la organización juzgaba exitosos. Son seis más de los logrados por Osaka en 1970. La Expo registra una media de 400.000 visitantes diarios y en varias jornadas se superó el millón. Los fríos números se han traducido en penosas concentraciones humanas y colas de hasta seis horas en los pabellones más solicitados, a menudo aderezadas con el insoportable calor húmedo.

Está previsto que el Secretario de la ONU, Ban Ki-moon, presida hoy la ceremonia de clausura. La lista de vips que han paseado por los 5,3 kilómetros cuadrados de la Expo (el doble del tamaño de Mónaco) incluye reyes, primeros ministros y muchos famosos. También dirigentes más turbios como el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, el iraní Mahmud Ahmadinejad o el general birmano Than Shwe.

Los más de 42.000 millones de euros que ha costado la Expo doblan la factura olímpica de Pekín. El grueso se destinó a modernizar la macrourbe de 20 millones de habitantes. De no mediar la Expo, el proceso habría necesitado el triple de tiempo. Shanghái tiene una nueva terminal de aeropuerto, seis líneas de metro más y varios túneles bajo el río Huangpu que han aligerado el tráfico. La muestra ha dejado 8.500 millones de euros en turismo, a los que cabe añadir la publicidad global.

192 PAISES Y MUCHO ARTE También los 192 países representados son un récord. Y todos se volcaron en Shanghái. Dinamarca sacó por primera vez de Copenhague su Sirenita, Francia llevó obras de los pintores Van Gogh y Monet y el escultor Rodin, Italia mostró a Caravaggio, Canadá al Cirque du Soleil y Estados Unidos a la leyenda del jazz Herbie Hancock. Las estrellas de Bollywood se pasearon por el pabellón indio y robots futuristas tocaron el violín en el japonés. También aparecieron la Copa del Mundial de Sudáfrica y un modelo de la cápsula empleada en el rescate de los 33 mineros en Chile.