Con la llegada de septiembre y el fin de las vacaciones, nos incorporamos a nuestro ritmo de vida habitual. Volvemos al trabajo, organizamos la agenda y los niños empiezan los primeros días de colegio o instituto. Lo que para algunas personas es una etapa de inicios, proyectos y nuevos propósitos, para otros implica verse sometidos a un desbordamiento emocional. Esto se debe al cambio brusco especialmente, aunque puede afectarnos el momento en el que nos encontremos laboral o familiarmente. Si nuestro trabajo no nos gusta, volver a él implica un mayor estrés, por ejemplo.

El síndrome postvacacional no se encuentra categorizado como una enfermedad real, pero sí presenta síntomas comunes en algunas personas, por lo que es especialmente relevante a la hora de saber gestionarlo, como ocurre con otro tipo de síndromes que tampoco se encuentran dentro de los manuales diagnósticos médicos o psicológicos. Dicho conjunto de síntomas hace que debamos prestar atención a cómo nos encontramos y buscar la forma de estar mejor.

VUELVE CON CALMA

El impacto que sufrimos con la vuelta a la rutina es casi generalizado. Pasamos de un estado de absoluta desconexión, especialmente si hemos estado fuera de nuestra casa, a volver a un ritmo acelerado donde hay muchas tareas por hacer. Habíamos perdido la rutina y el orden, lo cual hace que también nos cueste volver y podamos llegar a sentir frustración, aunque no es lo único que experimentamos. Fatiga, cansancio excesivo, alteración en el sueño o el apetito, irritabilidad, ansiedad y una profunda tristeza pueden acompañarnos a nuestra incorporación al trabajo.

Lo que se recomienda siempre es la paulatina incorporación al día a día. Volver varios días antes a casa, estar tranquilos antes de incorporarnos al trabajo e ir retomando hábitos alimenticios y de deporte. Pero esto no siempre es posible, especialmente cuando las vacaciones han durado pocos días.

Si no hemos podido prevenir el síndrome postvacacional, podemos trabajar para paliar sus síntomas y encontrarnos cuanto antes adaptados y con un nivel óptimo de bienestar. Las siguientes pautas nos ayudarán a conseguirlo:

1. Hábitos saludables

Tanto si hay que retomarlos como si se trata de incorporarlos desde cero, es importante marcar objetivos realistas y empezar poco a poco. Pretender ir cinco días por semana al gimnasio o comer siempre sano no es tarea fácil. Lo ideal es hacer una lista de todo aquello que queremos eliminar o añadir en nuestra alimentación y la actividad física que queremos hacer. Y en base a esa lista, empezar paso a paso. La vida saludable, además, impactará directamente en nuestra felicidad, ya que nos ayuda rápidamente a estar mejor.

2. Nuevas metas

No solo el comienzo de año es etapa para marcar propósito. Septiembre ofrece la oportunidad perfecta para evaluar qué aspectos hemos logrado desde enero, cuáles nos quedan y si tenemos que cambiar de meta o de plan de acción. Las metas siempre son fuente de motivación y de mejor salud mental.

3. Fluye

El desbordamiento emocional se debe, en algunos casos, a la lucha entre lo que sentimos de verdad y lo que nos gustaría sentir. Esto nos ancla a la rabia que se mezcla con la tristeza o el miedo. Si entendemos que la rabia es solo una reacción al no querer asumir la situación y que podemos irnos directamente a la tristeza o el miedo, emociones que duelen pero que son más sanas en este caso, podremos fluir más, aunque nos siga doliendo.

4. Espacio

En momento es los que nos cuesta llevar la rutina habitual, es importante tener siempre espacios de silencio y soledad que nos permitan tomar aire y respirar. Esto ordena nuestros pensamientos, nos proporciona un desahogo emocional o nos deja un tiempo perfecto para salir a pasear con los auriculares puestos.

El síndrome postvacacional aparece en nuestra vida con la llegada de septiembre, haciéndonos todo un poco más difícil y generando emociones a las que no sabemos muy bien cómo hacer frente. Es importante que entendamos que los momentos desagradables también forman parte de nuestra vida, pero que siempre contaremos con herramientas suficientemente potentes que nos ayudarán a sobrellevarlo y superarlo.

* Ángel Rull, psicólogo.