Enrique Ponce. Bien vestido de azul noche y oro. Catedrático emérito en tauromaquia. Sol de los toreros. Su primero fue bravo y repitió frailuno. Faena notable sobre la mano derecha. A más. Largo y ligado. La cuarta tanda por la derecha fue de alboroto. Elegancia y armonía a manos llenas. Dejándose ver. Poco o nada por la izquierda. El de la firma y media lagartijera que bastó. Oreja.

Su segundo, que brindó al público, resultó reparado de la vista. No quiso colaborar y acabó en marmolillo. Algún doblón, alguna mano larga y poco más. Eso sí, toneladas de oficio que apenas sirvieron para saludar desde el tercio. Lo pasaportó de dos pinchazos y media desprendida. Fue la fea del baile. No pudo salir a hombros y quizá es lo que pedía la tarde. ¿Será ésta la última tarde de Ponce en Badajoz?

Perera. De azul pavo y oro. Recibe a su primero lanceando por verónicas cadenciosas hasta despedirlo en los medios. La barbilla en el pecho. Despacha gaoneras apretadas que son fuertemente aplaudidas. Brinda al público. La faena va de más a menos. Una de cambiados por la espalda especialidad de la casa. Templadito con la derecha. Un molinete eléctrico. Y a partir de ahí muletazos con cuentagotas que acaban en casi arrimón. Muy quieto, muy poderoso siempre. Estoconazo. Oreja y fuerte petición de otra. Fuerte protesta al usía. Su segundo fue soso y flojo. Comenzó por alto templadito. Lo mejor un par de tandas ligaditas y de mano baja. El resto sin voltaje. Terminó montándose en un tren de cercanías para quitarle las moscas al toro. El burel no se dejó. Estocada imperfecta y oreja generosa en el esportón.

Alejandro Talavante. Vestido de valiente, de grana y oro. Su primero fue protestado por cojo. Abrochadito y noble, repitió con buen son. Talavante se trajo la muñeca izquierda y la usó. Y la ligazón de sus muletazos hizo feliz al respetable. Cambiados de mérito. Lamentablemente la res va a menos. Se adorna, pero ya no hay toro. Estocada caída, trasera y atravesada. Oreja.

En el que cerraba plaza fueron buenos los lances de recibo. Brindó al público y comenzó prometiendo mucho con la mano izquierda. Un par de tandas ligadas y una tercera desinflada. Parece resucitar el burel al cambiar a la mano derecha. Y cuando parece llegar el ángel de la inspiración el toro protesta. Esta vez el genio no pudo triunfar. Desplante que calienta los tendidos. Manoletinas finas para regocijo de todos. Pinchazo y desprendida. Sonó un aviso. Bastó todo ello para cortar otra oreja a petición del siempre respetable.

En fin, Badajoz en su día grande. Festividad de San Juan. No fue tarde memorable, pero sí entretenida. Apta para todos los públicos. Incluidos niños y militares sin graduación. Toros nobles tirando a bobos para toreros con mucho oficio. La ley del mínimo esfuerzo. Ya se sabe, sobresaliente en religión.

Y es que la asignatura de hoy no era de las que más exigen a los examinandos. Ni un picotazo de más. Ni un solo quite que echarse a la boca. Vinieron las primeras figuras pero faltó el toro de verdad. Poco toro y poco público. La crisis, ya se sabe. Bien, eso sí, el presidente del festejo, Antonio Payva. Mañana más.